Como una de las noticias más destacadas de 2019, la prestigiosa revista norteamericana Science publica una breve reseña sobre “El resurgimiento del sarampión” firmada por Meredith Wadman. Relato aquí los datos más relevantes del asunto.
“El sarampión regresó a los EE. UU. este año y continúa su crecimiento por todo el mundo. Pobreza, desplazamientos, conflictos, y —particularmente en los EE.
UU. y en Europa— la desinformación sobre la vacuna, están jugando un papel en el resurgimiento de un virus que se estima que mató 142.300 personas en 2018, y para el cual hay una vacuna muy efectiva.” El número de casos de sarampión en los EE. UU. este año ha sido el más elevado desde 1992. “Más del 75% de los casos surgieron en Nueva York en personas no vacunadas de las comunidades de judíos ortodoxos.”
“El número de casos registrados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Europa alcanzó los 92.000 en la primera mitad del año, por encima del máximo de 2018, previamente, el peor año de la década.” Globalmente, a escala mundial, la situación fue más grave. A 5 de noviembre, el número de casos confirmados de sarampión fue un 25% más que en todo 2018, y más del doble que en 2017. La estimación actual del número total de casos de sarampión está cerca de los 10 millones.
Algunos países han sido especialmente golpeados por la enfermedad: la República Democrática del Congo ha tenido 5.430 muertos de sarampión, niños menores de 5 años, en su mayoría.
Una enfermedad que los que ya somos viejos sólo tenemos de ella el recuerdo de cuando nos vacunaron, una enfermedad que afortunadamente se daba por desaparecida en los países desarrollados, resurge amparada por la estupidez de algunos humanos.
Toda esta patulea de fanáticos, unos movidos por su religión y otros siguiendo un abigarrado conjunto de creencias extravagantes, irracionales, y carentes del más mínimo fundamento científico, han provocado un problema de salud pública perfectamente evitable.
Las autoridades políticas en todos los países democráticos no han sido todavía capaces de reaccionar. Sorprendidas por una apelación genérica a la libertad por parte de los grupos fanáticos, permiten una situación claramente dañina para el conjunto de la sociedad (fanáticos e integristas incluidos). El miedo a ser calificados como antidemócratas no les deja ver la falacia del argumento de los integristas.
En cualquier sociedad humana, por muy libérrima que sea, la libertad nunca es absoluta sino moderada por las necesidades de la vida en sociedad. El ser humano es una especie hipersocial, adaptada evolutivamente a vivir en sociedad. Para ello ha tenido que renunciar a una libertad incondicional sólo posible para un individuo que vive aislado. Cuando aceptamos vivir en sociedad sabemos que tenemos que sacrificar algunas de nuestras “libertades”, refrenar nuestros deseos, moderar nuestra agresividad, etc. No podemos hacer en todo momento lo que nos venga en gana. Nuestra libertad limita con la libertad de los demás. Y para que no lo olvidemos, lo escribimos en forma de leyes, reglamentos, etc. La normativa que regula una sociedad humana libre y democrática tiene como uno de sus objetivos máximos el bien común. En defensa de este principio las autoridades políticas de los países democráticos están autorizados moralmente para fijar la vacunación obligatoria para todos los ciudadanos, sin complejos frente a la estupidez de unos fanáticos.
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