La izquierda y la Justicia

Francisco Muro de Íscar
11:00 • 30 dic. 2019

Uno no sabe si felicitar el año a los que se encuentra por la calle, a los vecinos y a los amigos o desear simplemente a modo de despedida de este 2019: "¡Que no nos pase nada!". La última encuesta de Gallup dice que los españoles vuelven a ser pesimistas y, por primera vez desde 2015, son mayoría los que creen que 2020 será peor. Ni siquiera consuela que sólo en Italia y en Bosnia haya más pesimistas que en España.


Hay razones para no ser demasiado optimistas, aunque todos los países, sin excepción, han sobrevivido a las peores crisis, a los más nefastos gobernantes y hasta a las dictaduras más terribles. Pero el momento que vivimos en España no es el mejor y algo tiene que ver en ello el papel de la izquierda. Pedro Sánchez, con el silencio de todos los barones y la complicidad del PSC ha llevado al poder real --no todavía al oficial-- a un partido como Podemos, que es la izquierda más trasnochada y antigua, y a los republicanos independentistas catalanes. Les ha hecho indispensables. En sus manos estamos y, si no hay un giro radical, el populismo más radical y el independentismo atarán las manos de Pedro Sánchez de forma que no pueda soltarse si quiere seguir en el poder. Y ese es su objetivo fundamental parece que sin importar el precio. Los independentistas no se han movido ni un milímetro de sus postulados esenciales y el derecho de autodeterminación y la independencia son los principales. Si ellos no se mueven y aceptan la legalidad constitucional, el que se tendrá que mover --y no hay dudas de que lo hará con el impulso de Podemos y de Iceta-- es Sánchez. Un presidente que, ante una de las decisiones más importantes de la historia constitucional de España y del propio PSOE no sólo no ha comparecido ante los medios, no ha informado al Rey ni al principal partido de la oposición, sino que ni siquiera ha convocado al Comité Federal de su partido. Por cierto, tampoco ninguno de sus miembros ha reclamado esa cita, lo que pone de manifiesto la necesidad de exigir democracia interna en los partidos, absolutamente inexistente hoy.






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