En el día de los Santos dolor y llanto

En el día de los Santos dolor y llanto

José María Pérez Tudela
01:00 • 31 oct. 2011
No digo todos, pero si en su mayoría, acuden a los cementerios con flores que el viento otoñal destroza sin misericordia alguna. Velas languidecientes y lágrimas que brotan en las mejillas recordando a sus deudos más queridos y amigos del alma. Llueve mansamente en Almería, mi esposa y yo ocupamos el cuarto y último piso, luego el silencio es absoluto; haciendo honor a esta fecha y penando por la cantidad de niños que dejan la vida terrenal sin que ningún deudo deposite aunque sea una flor silvestre de las que bordean los caminos ignotos; por los náufragos tragados por mares procelosos y esos si, esos están ya a la derecha del Sumo Hacedor. No intento significarme en modo alguno, pero diariamente rezo por todos los familiares de mi querida esposa y por los míos; esto sin caer en la petulancia de la bondad que diría Nietzsche. Hay criaturas que caminan lentamente por la vida, otras sin embargo son precipitadas por manos asesinas cuyo corazón es un músculo asqueroso. Se que el pensamiento y el sentimiento caminan cerca el uno del otro discrepando a veces. Lo que realmente sería hermoso, e incluso sublime, es que en determinados casos venciera el segundo. Hay quien ama la vida y la vive a tope sin escuchar lamentos ni ver la miseria que invade el mundo; pero ¡Ay de los padres que pierden un hijo en los albores de la vida o cuando son mayores! Pienso que muchos de nosotros deberíamos rezar sin esperar que el almanaque nos indique el día del dolor y el llanto. En mi caminar largo y algunas veces tedioso, he ido dejando ese tipo de notoriedad que parece inherente a las criaturas. Hoy quiero que sea suplido y “escoger la senda de los pocos sabios que en el mundo han sido” En la senda estoy caminando despaciosamente. Mi sabiduría está prendida en una nube caprichosa y tonta. “No me mueve mi Dios para quererte...”






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