Lo peor que le puede pasar a un partido es ser percibido por los demás en función de una persona y no en función de un proyecto de obligado cumplimiento para sus dirigentes. Cuando el portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, habla del "Psoe de Lastra" por contraposición al "Psoe de Borrell", está reduciendo a cenizas la naturaleza política e ideológica de un partido histórico de acreditado compromiso con la España una y diversa.
En los marcos mentales del independentismo es en el PSOE de Adriana Lastra, interlocutora por delegación de Pedro Sánchez, donde puede encontrar la clave de su misión en la vida (la del independentismo), que es avanzar hacia la Cataluña una, grande y libre, con la complicidad del Gobierno del Estado.
Los correligionarios de Rufian más inclinados a la lírica del objetivo separatista declaman aquello de que "nuestros sueños no caben en vuestras leyes" (diputado Oscar Matute, de Bildu). Por supuesto. Ni los suyos ni los de nadie, pues los sueños, sueños son. O sea, no regulables jurídicamente.
Por eso los dirigentes de ERC aún confían en que la complicidad de Sánchez, reflejada en el acuerdo previo a la investidura del ya presidente del Gobierno, les ayude a conseguir un referéndum de autodeterminación pactado en el marco jurídico vigente. Sin precisar si se trata de la Constitución o alguna otra juridicidad que la desborde. En cualquier caso, que sea por las buenas, aunque en la ponencia política del reciente congreso republicano no se descarta que haya que forzar el intento.
Entretanto, las esperanzas de ERC se mantienen intactas, después de haber facilitado el reenganche de Sánchez en la Moncloa, a pesar de que su jefe, Oriol Junqueras, ha sido privado de su acta de eurodiputado por estar condenado en firme por nuestro Tribunal Supremo. Y a pesar de que hace muy poco tiempo el presidente del Gobierno veía en ERC a una fuerza "reaccionaria, regresiva e incompatible con el socialismo". De fondo, la Cataluña en erupción. Una espada de Damocles sobre la gobernabilidad de España. Los guionistas de Moncloa piensan desactivarla cuando las actuaciones estelares de Quim Torrat (desposeído de su acta de diputado por la JEC, aunque mantiene su condición de presidente de la Generalitat), conviertan a ERC en el partido de referencia en la Comunidad con ayuda de socialistas y comunes.
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