La tristeza de Trapero

Rafael Torres
07:00 • 23 ene. 2020

Trapero dice sentirse triste por las consecuencias de haber hecho su trabajo. Cuando cualquier trabajador medio recibe la nómina tras haber hecho su trabajo, también suele sentirse triste por lo malamente que, en general, éste ha sido remunerado, pero la tristeza de Josep Lluís Trapero, ex Mayor de los Mossos d*Esquadra, nada tiene que ver con el salario, sino a lo mejor con el hecho de que no acertó a saber, pese a hacerlo, cual era exactamente su trabajo.


Las consecuencias de haber hecho su trabajo, o de no haber hecho el que debía sino otro, se sustancian ahora ante el Tribunal que le juzga por su participación en las disparatadas jornadas en torno a la del 1 de Octubre de 2017, y particularmente en ésta. Con 18.000 agentes bajo su mando fue incapaz, como se sabe, de organizar un operativo el día del referéndum para independentistas que no dejara a las otras fuerzas de orden público y a los ciudadanos a los pies de los caballos, esto es, a merced del delirio del grupo de aventureros que dirigía la Generalitat y de la torpe y desatentada respuesta gubernativa de Zoido y De los Cobos. Su trabajo, el trabajo de Trapero y sus Mossos, se presentaba delicado, complejo, difícil, pero quedó la sensación, y la imputación judicial, de que podrían haberlo abordado y no lo hicieron.


Pudiera ser que la tristeza de Trapero por las consecuencias de, según él, haber hecho su trabajo, provenga de que no se haya comprendido que su trabajo era él, o sea, el de hacer de Josep Lluís Trapero y no de máximo responsable de una fuerza policial del estado español. Se comprende que el ex Mayor tenga tan alta idea de sí mismo que no conciba la incomprensión general hacia el enorme trabajo que conlleva acarrear tan colosal autoestima, pero también él debería comprender, y puede que en éstos días lo vaya haciendo, que no se le pagaba por eso.



Por ser tan él, con esa personalidad tan grande y tan suya, Trapero se ha quedado a solas con él, lo cual, pudiendo ser admirable, no lo es ni para los que trabajó ni para los que debería haber trabajado, pues, a fuerza de ser uno, un uno tan uno, tan demasiado uno, todos le acusan de doblez. Él no lo sabe, pero su tristeza puede venir de ahí.





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