El vicepresidente Pablo Iglesias se ha apuntado el tanto de la subida del salario mínimo, sin que el todopoderoso Iván Redondo, jefe de gabinete y de casi todo en Moncloa, incluyendo la comunicación del Gobierno, haya visto entrar el balón en la portería.
En el relato de las reuniones previas al pacto, el primero entre Gobierno, patronal y sindicatos, se menciona en todas las crónicas la fundamental labor de Iglesias, su buena relación con el responsable de CEOE, Garamendi, y el papel de la ministra de Trabajo, también de la formación morada. Los votantes de izquierda, esos por los que pelean los dos partido de la coalición, ya han sumado un punto a favor del área social del Ejecutivo encabezado por el líder de Podemos.
No es anecdótico que en todas las fotos de los encuentros previos aparezcan Pablo Iglesias y Garamendi charlando de forma distendida. Es verdad que mientras el PSOE se fajaba frente a Esquerra, pidiéndoles su abstención en la investidura, Podemos adelantaba en aquellos asuntos que iban a ser de su incumbencia en el futuro Gobierno. Primer tanto a favor.
También en la pésima gestión de la visita del "presidente encargado de Venezuela", Juan Guaidó, va a ser el Vicepresidente segundo quien va a marcar agenda. Ya dijo Pablo Iglesias que Guaidó era simplemente un representante de la oposición a Maduro y como tal lo va a tratar Pedro Sánchez al no recibirlo en persona en la Moncloa. Curiosamente, cuando Juan Guaidó estuvo a punto de desalojar del poder al corrupto régimen venezolano de Maduro, fue Pedro Sánchez el primer líder europeo en reconocerle como "presidente encargado". La convocatoria en Moncloa para aquella declaración presidencial se hizo a todo correr para anticiparse a Macron y a Merkel. Ahora, estos mandatarios europeos le han devuelto el golpe reuniéndose con Guaidó y dejando la sospecha de que Sánchez no quiere importunar a sus socios de Gobierno tan afines a Maduro.
Si a todo eso le sumamos la astracanada del viaje nocturno del ministro Ábalos al aeropuerto --supuestamente para entrevistarse con su amigo el ministro de Turismo venezolano-- pero con un encuentro "casual" con la vicepresidenta de Maduro que no puede pisar suelo español. Y de lo que, además, se dan cuatro versiones cada cual más confusa, se puede decir que se lo han puesto a la oposición en bandeja.
La primera versión del propio Ábalos fue en tono chulesco negándolo todo. La cuarta, ya con tono mesurado, tan surrealista que no se aclara si la mandataria venezolana Delcy Rodríguez estuvo en una sala Vip de Barajas o en un "lugar de aduanas" donde retienen a los inmigrantes sin visado. Lo que está claro es que si pisó suelo español tenía que haber sido detenida. Abalos tendrá que explicar en el Congreso que hacía en Barajas a medianoche.
Y, por si fuera poco, Felipe González, tan discreto hasta ahora con el nuevo Gobierno de coalición, ha criticado abiertamente que no se reciba a Guaidó, calificando la situación en Venezuela de dramática.
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