Teorizar es divertido, pero probar es mucho mejor. Incluso la más aclamada de las teorías no puede reemplazar la certeza que supone una prueba práctica. Las casas y los aviones no se caen constantemente porque los materiales con los que han sido diseñados han superado las pruebas de carga y estrés que pueden resistir en diferentes circunstancias. Y aunque no soy ingeniero, me atrevo a pensar que la curva de fatiga del nuevo gobierno empieza a plantear un perfil inquietante en apenas un par de semanas de funcionamiento. Piensen que en unos días este completísimo gobierno nos ha ofrecido aportaciones tan llamativas como que los hijos no son de los padres; un Ministerio de Igualdad en el que los hombres son discriminados por el hecho de serlo; una dirección general de lucha contra el racismo en la que una blanca es peor que una negra; un inacabable recital de incongruencias y mentiras por parte del presidente del conglomerado gubernamental y un desvergonzado intento de acabar con la separación de poderes para comprar el apoyo de unos convictos por intentar un golpe de Estado. No está mal para apenas quince días de gestión. Y empiezo a pensar que se trata de una estrategia consciente por parte del gobierno para identificar puntos críticos en sus componentes estructurales, porque no es normal que a todo ese recital de disparates se sume ahora el ministro Ábalos (el que no quería hablar del AVE con el alcalde de Almería porque no era del PSOE) sorprendido en una reunión secreta con la vicepresidenta del narco-régimen venezolano, de madrugada en Barajas, a bordo de un avión porque la señora tiene prohibido pisar terreno europeo al ser sospechosa de numerosos delitos, y salir diciendo que fue una reunión casual e inesperada. Lo dicho. Lo están haciendo a propósito y al mismo tiempo para comprobar si van a poder aguantar toda la legislatura sin colapsar. Pero que no se confíen, porque a este ritmo no hay material que aguante tanto arrastre.
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