Se sigue hablando del ministro Ábalos y del episodio sainetesco de Barajas, pero ya nadie habla del portazo de Pedro Sánchez a Juan Guaidó, presidente encargado de Venezuela. Visto con perspectiva y a medida que vamos conociendo más datos de la presencia furtiva en el aeropuerto madrileño de Delcy Rodríguez, la vicepresidenta del régimen de Nicolás Maduro, se abre paso la conclusión de que el objetivo de visita tan vidriosa no era otro que desviar la atención sobre la presencia en Madrid del líder democrático venezolano reconocido como presidente legítimo de Venezuela por medio centenar de países. Entre ellos, España. Delcy Rodríguez, que es un personaje clave en el entorno de Nicolás Maduro, tiene prohibida la entrada en todos los países de la Unión Europea. Está acusada de delitos relacionados con la vulneración de los Derechos Humanos y de favorecer operaciones de narcotráfico. Pedro Sánchez, que hace un año reconoció a Juan Guaidó como presidente de Venezuela, ahora le niega. Es un caso lamentable de servidumbre política hacia los dirigentes de Podemos, sus socios en el Gobierno. De todos es sabido que Pablo Iglesias, a la sazón vicepresidente, es un defensor de la dictadura que oprime a los sufridos venezolanos que por millones han tomado el camino de exilio. Muchos de ellos han venido a España.
Hoy sabemos que la presencia en la sala VIP de Barajas de la señora Delcy Rodríguez fue un desafío al mandato de la justicia internacional y que la obligación de las autoridades españolas era impedir su presencia en nuestro país. A José Luis Ábalos, que tantas versiones ha dado de este episodio bochornoso -empezó negando el encuentro-, le comisionaron desde La Moncloa para que asumiera el papel de fusible. Si la cosa trascendía, que se quemara él y no quien había invitado a Delcy Rodríguez a sabiendas de que era un acto que desafiaba la legalidad internacional.
Juan Guaidó está estos días en los Estados Unidos, país que también le reconoce como presidente legítimo. Sigue adelante en una gira cuyo objetivo es recabar apoyo internacional para que se puedan celebrar cuanto antes elecciones democráticas libres en Venezuela. Los cínicos apuestan que el portazo de Pedro Sánchez a Juan Guaidó pasará en breve al registro del olvido. Confían en la mala memoria de la opinión pública. Pero conviene que no se olvide porque sería una mala noticia. La prueba de que son muchos los ciudadanos dispuestos a dejarse engañar.
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