Desde un Ayuntamiento podemos conseguir que venga un ministro, un consejero o quien sea necesario, para poder plantearle el problema o los problemas concretos que tenga un sector económico absolutamente prioritario como lo es la agricultura en un municipio como Níjar.
Podemos llegar a cualquier ente supramunicipal, pero no todos los pasos se tienen que dar en las administraciones. Ello implica que se debe tener una especial conciencia y sensibilidad, por parte de todos, a la hora de encontrar soluciones una vez planteado el problema, y sólo desde la unidad de acción podemos garantizar que en un momento de crisis como el actual se puede llegar a buen puerto.
Y sí, tengo que advertir que la situación actual del campo de Níjar es de verdadera crisis, porque nadie como nosotros está soportando los efectos de una adversidad climática que obviamente no hemos provocado aquí, sino el conjunto de una sociedad que sencillamente ha desoído con demasiada vehemencia las advertencias del cambio climático.
Ahora, como siempre, es momento de ver qué se puede hacer para revertir esta situación, pero por encima de todo toca articular las medidas para que las víctimas de estas circunstancias puedan volver a la senda de generar empleo, cultivar productos y dotar de riqueza al conjunto de la sociedad.
Ayudarles implica, por encima de todo, entender la gravedad del problema, porque estructuralmente el campo ha sido golpeado con una virulencia similar a la cantidad de granizo que pudo caer en apenas unos minutos. No sólo hay que reconstruir los invernaderos que literalmente se han venido abajo, sino la capacidad financiera de esas empresas para poder sacar adelante una campaña que bajo ningún concepto podemos permitirnos dar por perdida.
Entender esa realidad implica no sólo una unidad de acción administrativa y de las entidades financieras, sino que el propio sector arrincone por un tiempo los excesos de protagonismo de quienes quieran pescar en aguas revueltas porque, sencillamente, este no es el momento.
Necesitamos una imagen de unidad de acción como nunca antes se ha visto en el campo almeriense (en el nijareño, por la parte que me toca directamente). De ello depende que traer a ministros o consejeros a pie de invernadero, sentar a las entidades financieras más leales con el campo almeriense, sirva realmente para conseguir ese objetivo que todos perseguimos o debemos perseguir. En mi opinión ese esfuerzo unánime es la base de esa posible conversión de la adversidad en una fortaleza, porque aprender de esta desgracia es donde radica la verdadera fuerza del campo.
No solo hay que trabajar para poder levantar lo que una DANA y una tormenta de granizo han tirado al suelo o se han llevado por delante. Tenemos que hacerlo para que el nuevo modelo que edifiquemos esté perfectamente preparado para soportar
las nuevas condiciones, porque parece que han venido a quedarse y que ya no serán tan esporádicas como antaño.
Unidad de acción es la única receta que nos puede ayudar a cocina esa solución, pero es el campo el que debe configurarla.
Yo la vi el otro día en Níjar mientras unos agricultores planteaban de primera mano las consecuencias de lo ocurrido a un ministro del Gobierno de España, pero tiene que mantenerse y crecer para poder llegar al final del recorrido, el de la recuperación.
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Esperanza Pérez Felices