Destrucción masiva

Julia Navarro
00:51 • 14 feb. 2020 / actualizado a las 07:00 • 14 feb. 2020

¿Quién traicionó a los ocho agentes españoles que a finales del 2003 se encontraban en Iraq? ¿Quién les asesinó? Dirán ustedes que esta es una historia “antigua” o puede que incluso ni siquiera la recuerden así que les refrescaré la memoria: ocho agentes del CNI fueron asaltados en una carretera iraquí por fuerzas desconocidas. El resultado fue que fueron asesinados.


Pero la historia, esa historia no comienza ese fatal día de finales del 2003. La historia comienza mucho antes con la llegada a Bagdag de Alberto Martínez y José Antonio Bernal ambos agentes del CNI. Y en esa historia real nos encontramos que en los informes que estos agentes enviaban a España se ponía en cuestión que Sadam Hussein tuviera “armas de destrucción masiva”. En esa historia real, los personajes reales como la vida misma como el entonces Presidente de Gobierno José María Aznar y su equipo, hicieron caso omiso de esos informes. Sí, en esa historia real, los españoles fuimos testigos de cómo el Presidente Aznar aseguraba que “había armas de destrucción masiva” y que dio su apoyo sin que se le moviera un músculo la invasión de Iraq.


Y volverán ustedes a preguntarse que a qué viene que me ponga a escribir de lo que sucedió en el 2003 y la respuesta es que acaba de publicarse un libro que les recomiendo que trata precisamente de aquellos sucesos y nos acercan a sus protagonistas.



“Destrucción Masiva” es un relato exhaustivo sobre lo que sucedió escrito por el mayor experto en cuestiones de espionaje que no es otro que Fernando Rueda. En ese relato Rueda separa los hechos de la opinión y por tanto divide el libro en dos partes: la primera es lo que sucedió, la segunda parte es una hipótesis de sobre algunos de aquellos acontecimientos. Lo que sí les aseguro es que Destrucción Masiva no les dejará indiferentes, les quitará horas de sueño, y sobre todo se toparan con esa sociedad aparte que la forman los agentes de inteligencia. Un mérito del relato es que Fernando Rueda hace que descubramos el lado humano de estos agentes, nos acerca a sus familias, a sus hijos, a sus sueños.


Algunos leerán “Destrucción Masiva” como si se tratara de una novela de espías, incluso pensarán que ni al mismísimo Le Carre se le podría ocurrir una trama como la que nos desvela Fernando Rueda. Les aseguro que produce una conmoción descubrir a través del relato de Fernando que nuestro Gobierno de entonces sabía que no había armas de destrucción masiva en Iraq.



Esta es la historia de ocho agentes de inteligencia asesinados porque alguien les traicionó, en la que solo queda el epílogo por escribir.




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