Carles Puigdemont, prófugo de la justicia española, reunió el pasado fin de semana a más de cien mil personas en la ciudad francesa de Perpiñán. Con un Gobierno de España diferente, es probable que París no hubiera permitido un acto político cuya naturaleza y esencia por decirlo con las acertadas palabras de Manuel Valls (ex primer ministro de Francia) constituyó un desafío al Estado de Derecho, una falta de respeto a la democracia española y un cuestionamiento a los principios en los que se fundamenta la Unión Europea.
La complicidad de las autoridades francesas -traducidas en el apoyo del alcalde de Perpiñán a la celebración del acto de los separatistas catalanes- revela aspectos inquietantes sobre la cuestión de fondo. El primero de todos es que al señor Emmanuel Macron, presidente de Francia, no se le puede criticar que no hiciera lo que estaba en su mano para impedir un acto político de naturaleza abiertamente hostil a España cuando resulta que el Gobierno español que preside Pedro Sánchez negocia abiertamente con los independentistas algunos de cuyos líderes se encuentran en prisión por delitos de sedición y malversación de caudales públicos.
No sería justo pedir que París actúe allí donde Madrid mira para otra parte. En la famosa "mesa" en la que por cuenta del Ejecutivo además del presidente Sánchez participan dos vicepresidentes y media docena de ministros, los políticos separatistas están representados por Quim Torra, inhabilitado como presidente de la Generalidad por desobediencia a los tribunales de Justicia. Con ese cuadro a la vista, sería propio de cínicos reprochar al Gobierno francés su pasividad ante un acto que, sin duda, marca un hito en el largo proceso de desafíos de los separatistas a la legalidad democrática española.
El silencio de La Moncloa es revelador. Los aprendices de brujo juegan al corto plazo. El objetivo de Pedro Sánchez es conseguir los votos de ERC para sacar adelante los Presupuestos y por eso pasan por alto las bravatas de los separatistas. En el acto de Perpiñán Oriol Junqueras que intervino a través de un video fue pitado por los seguidores de Puigdemont. En La Moncloa confían en que si los separatistas llegan divididos a las próximas elecciones autonómicas el suflé del "procés" se irá desinflando. Que pierdan toda esperanza. Se pelean entre ellos pero llegado el caso en cuanto suena el tambor el objetivo común les une. Mientras tanto, allende nuestras fronteras, decrece el crédito del Reino de España.
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