Libertad sexual

Javier Adolfo Iglesias
00:21 • 05 mar. 2020 / actualizado a las 07:00 • 05 mar. 2020

Qué milagroso es el que hayamos llegado a ser Homo Sapiens Sapiens sin la participación evolutiva decisiva de Irene Montero. Compareció la ministra el martes con la brillante seguridad de una instagramer a presentar su “ley de libertad sexual” y lo hizo con la trompetería profética propia de quien acaba de salir a escena y se siente como Eva en el Paraíso (perdón por la metáfora patriarcal). 


Un reto para antropólogos es el explicar cómo ha funcionado el sexo entre machos y hembras de Australopitecus hasta llegar a los Homo Sapiens Sapiens que somos. 


La ministra presentó su proyecto de ley como un hito, como algo histórico y vanguardista. Lo será ,si el Congreso no lo remedia, pero no en el sentido que ella cree. 



El ligar se va a acabar. Los chulos de playa, los Manero de las discotecas, los pesaos e incluso los pagafantas acabarán todos en un enorme correcional que ya lo quisiera para sí Los Juegos del Hambre. 


- “¿Estudias o trabajas?”



Multa de 100.000 euros. 


- “¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?”



Trabajos forzados para la comunidad no heteropatriarcal.  Afortunadamente estoy retirado de la circulación desde hace años. Reiremos para no llorar. Hay quien habla de usar nuevas ‘aps’, de notarios a pie de cama, o de formularios que regalarán con el satisfyer. Qué pena que nuestra especie no tenga un ritual de apareamiento como el de otros animales. Los hay muy divertidos, como el del hipopótamo. 


Esto es ironía y lo de la Montero y su séquito puritano milenial es pura frivolidad. Empezando por el rimbombante nombre “Ley de la libertad sexual”, como si ellos hubieran inventado la libertad. Nunca hubo tan poca libertad relacionada con el sexo como ahora, cuando un ejército de jóvenes twitterpuritanos te censuran por haber cosificado aqui o haber mirado allá. 


En los 70 el sexo y la libertad iban de la mano. Desde la chica que se acostaba con su novio desafiando a los Paco Martínez Soria de la familia, al esposo adúltero y la artista que enseñaba un pecho junto a un famoso alcalde. Sentiamos la libertad a través del sexo los niños  que fisgoneabamos a hurtadillas las revistas LIB y Penthouse en los kioskos o hurgábamos en los cajones secretos de nuestros tíos jóvenes que gustaban de las películas de super 8 suecas. La libertad era López Vázquez y Pepe Sacristán viajando a Perpignán para ver las películas de sexo prohibidas. 


Hoy día Perpignán es el lugar de peregrinaje de la secta de Puigdemont, una ficción, tan españolada como las películas aquellas del destape. 


 Vivir en la ficción es tan español que Ortega y Gasset y Unanumo convirtieron el Quijote en un alter ego de España. Los españoles vivimos tan en la ficción que ignoramos que Pedro Sánchez lleva gobernando con el presupuesto de Montoro/Rajoy desde que llegó a La Moncloa. Irene Montero y su ley también son una nube ficticia. Pero hay un Sancho que de tanto en cuanto avisa a su señor que no está ante gigantes o bellas doncellas. Y lo ha habido dentro del Gobierno de coalición. ¿Cómo sería el proyecto de ley original de Irene Montero para que los ministros juristas pidieran su revisión? La respuesta del macho alfa ha sido vergonzosa. 


Las leyes deben ser realistas, instrumentos útiles para la sociedad. Debe ser una ley práctica. Y mucho me temo que si sale adelante este proyecto ficticio y retórico, basado en teorías no científicas, causará más problemas que dará soluciones, como le ocurrió a don Quijote. 


Esta semana Javier Pajarón informó del dramático aumento de las violaciones en Almería el último año. Pero se ha creado una irracional situación cainita en la que no se puede dudar y recordar los hechos. Porque yo estaba ahí informando cuando Zapatero tomó la bandera de la teoría de género y exigió a Aznar una “ley integral contra la violencia de género” ante casos como el de Ana Orantes. ZP la sacó adelante en 2004 y desde entonces aquella ley ha tenido beneficios para la sociedad pero también ha creado problemas graves, injusticias con nombres y apellidos.Y lo peor, una situación de hiperrealidad, un conflicto interesado que siendo virtual se ha convertido en real, como las profecias autocumplidas. Nadie en este país está a favor de los agresores y asesinos. ¿Por qué entonces esta continua pelea mediática? 


La ley de Montero es una vuelta de tuerca más a la ley de Zapatero que no ha acabado con la violencia sexual. Y sin embargo, la ministra de Podemos ha prometido claramente que sí la “erradicará”. Sigamos cabalgando libres como don Quijote. 


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