En las tres leyes de la robótica de Asimov, que aparecen por primera vez en 1942 en su relato “Círculo vicioso”, se formula la protección que deben proporcionar al ser humano los ingenios mecánicos con capacidad de discernimiento. “Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño.” Y a veces uno, que es imaginativo, cree encontrar ecos de esa dinámica en el tratamiento informativo que reciben algunas personas. Por ejemplo, me admira la facilidad que tiene el subdelegado del Gobierno, Manuel de la Fuente, para salir indemne de incursiones en jardines que, para otros, serían junglas infestadas de caníbales. Comentábamos el otro día el sorprendente silencio con el que la Asociación de la Prensa respondió al lambreazo institucional que soltó de la Fuente en el Cañarete a unos periodistas, a los que conminó a no preguntarle usando tonos y términos más propios del tapete de juego. ¿Se imaginan lo que habría pasado si el alcalde de la capital llega a hacer algo así? ¡Cuerpo a tierra! Pero no se vayan. En una reciente rueda de prensa, al ser preguntado por el AVE, de la Fuente respondió con el pareado histórico-geográfico de que “Zamora no se tomó en una hora”. Y de nuevo, la primera Ley de la Robótica: que nadie toque a Manolo, que me lo como. Recuerden la que le cayó al entonces alcalde Luis Rogelio Rodríguez-Comendador (PP) cuando al hablar del tren a Almería señaló que Fomento no estaba en condiciones de poner 250 millones de euros, “ni aquí, ni en Vladivostok.” Que si burla a los almerienses, que si falta de respeto, que si chulería… Pero hay más. Anteayer, cuando preguntaron al subdelegado por la comisaría de Roquetas, se limitó a decir que eso era cosa del Gobierno y no de los alcaldes. ¿Se imaginan al alcalde de Almería diciendo que la reforma de la Plaza Vieja es cosa del Ayuntamiento y no de los amigos del patrimonio? Lo dicho: chapó, Manolo. Tú sí que vales.
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