Relatividad

En estos días de psicosis colectiva, ante la gran realidad que el ser humano se empeña en no querer ver, sobre la insignificancia de nuestra especie expuesta a diario ante las juguescas de la Madre Naturaleza o, quien sabe, ante nuestro juego con fuego, es conveniente relativizar todo lo que acontece, sin dejar de dar importancia a lo relevante, y así poder discernir con eficiencia. Quizás por ello me viene al recuerdo una frase de la novela ‘El niño con el pijama de rayas’, cuando el hijo de un oficial nazi, Bruno le dice a través de la alambrada a Shmuel, un niño preso en Auschwitz: “No es justo, yo atrapado aquí solo, mientras tú estás allá, jugando con tus amigos todo el día” La realidad que vive Bruno, aislado en su casa y sin amigos, le hace relativizar sus libertades.

La misma relatividad con la que algunas personas tratan la discriminación hacia la mujer. Pero esa óptica no cambia el que hay mujeres asesinadas por el hecho de serlo y no cambia el miedo de muchas al ir de noche solas por la calle. Esa relatividad de quienes no han sufrido discriminación para alcanzar cotas de poder no cambia tampoco la cruda realidad del techo de cristal convertido en cemento con el que se topan cada día, contando con un ínfimo índice de ellas en altos cargos directivos y con ninguna como presidenta de España ni líder de la oposición. Una cosa es relativizar y otra muy distinta es negar la evidencia.

Por eso no es de recibo que en el PP se debatan estos días, en relación a las manifestaciones por el 8-M y a la nueva ley de libertad sexual, entre seguir siendo muy de derechas u ocupar el espacio de la extrema derecha populista.

La propuesta del Gobierno de Pedro Sánchez para la ley de libertad sexual da respuesta inequívoca a las demandas sociales para hacer cambios en el Código Penal e introducir medidas de prevención de violencia sexual, como no podía ser de otra manera porque, por más que haya quien haga ruido para relativizarlo, la lucha por el feminismo y los derechos de la libertad sexual en este país tienen sello socialista.