Las dimensiones de la crisis sanitaria que estamos sufriendo a nivel global son aún desconocidas, pero sí sabemos que una vez se controle la pandemia, las consecuencias económicas se antojan muy graves y si no se lidera una respuesta que genere certidumbre desde el Gobierno, entonces, podrían llegar a ser devastadoras.
Lo cierto es que la crisis cabalga desbocada y cada día que pasa sin un paquete de medidas contundentes que alivien los enormes perjuicios que van a sufrir miles de empresas y sus trabajadores y cientos de miles de autónomos, es un día perdido. Un día más donde la incertidumbre y el desasosiego generarán un mayor perjuicio económico futuro.
Hoy más que nunca, nuestra economía necesita un liderazgo proactivo, espera estímulos y señales certeras, y requiere medidas concretas, cuantificables y pragmáticas. Sin más dilaciones y sin atisbo alguno de prejuicios ideológicos.
Hoy hace una semana que el líder de la Oposición y Presidente del Partido Popular, Pablo Casado, presentó un decálogo de iniciativas económicas y garantizó su apoyo para implementar éstas o cualquier otra que -a la vez que sensata- sea necesaria para evitar que ésta crisis suponga la ruina de miles de españoles. Hoy hace 8 días que la oposición está liderando la respuesta económica a la crisis y hoy hace 8 días que los mercados, las empresas, los autónomos y los trabajadores por cuenta ajena de los sectores afectados, están esperando a que su Gobierno les anuncie que va a inundar de liquidez nuestro sistema financiero para garantizar el crédito y evitar así las más que previsibles tensiones de tesorería. Como están esperando el anuncio de un paquete de medidas fiscales a cuenta del impuesto de sociedades, de aplazamientos en el Iva, la bonificación íntegra en las cotizaciones sociales de los autónomos mientras dure el cierre de sus negocios, o la extensión de las coberturas por cese de actividad a la totalidad de los afectados.
Nuestras empresas requieren más flexibilidad laboral que nunca, esa que se ha demostrado como el antídoto más eficaz para incentivar la contratación y que ahora, vía regulaciones temporales, tiene la función de evitar miles de despidos masivos. También los trabajadores necesitan tener la certeza, de que el Estado no les dejará solos ante un eventual despido como consecuencia del excepcional estado de emergencia.
Y junto a todas las medidas a corto -las cuales deberían llevar ya varios días aprobadas- hay que empezar a trabajar, ya, en dos vías: un plan de Estado con medidas que reactiven el consumo y la demanda interna; y por supuesto, la revisión de todo el escenario macro que sirva como base de la elaboración de unas cuentas estatales realistas, destinadas a voltear la crisis económica y que aparquen el endiablado programa económico de subidas de impuestos y aumento del gasto público que nos tenía preparado este gobierno. Ahora la prioridad es salvar nuestro sistema económico para salvar a nuestras empresas y autónomos, y salvar a nuestras empresas para salvar España.
Como máxima prioridad vencer a la enfermedad; y como algo inmediato, liderar la estabilidad y la recuperación que a España tanto le costó recobrar hace apenas 4 años: y eso sólo lo conseguiremos con medidas y liderazgo. Para ello y como ayer dijo Pablo Casado: “estaremos todos juntos, porque España es lo primero”.
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