La continuidad del sueño presidencial de Pedro Sánchez depende del apoyo de Pablo Iglesias y por eso no le convoca a la prudencia cuando el vicepresidente desbarra deslizando la idea de que si de él dependiera, la Guardia Civil dejaría de ser un Cuerpo de naturaleza militar. El resabio hacia la Benemérita que destilan la palabras de quien hoy es vicepresidente del Gobierno remite al pensamiento de la izquierda paleolítica española. La que en tiempos de la Transición seguía anclada en la dialéctica de los años treinta del siglo pasado y apostó por jugar en la periferia del sistema parlamentario. Era tan políticamente sectaria como socialmente residual y de pensamiento fijo en relación con los uniformados.
A raíz del 23-F, ya hubo un debate en el que se planteaba la posibilidad de transformar la Guardia Civil en un simple Cuerpo policial despojando al Instituto Armado de su carácter militar. Pero la delictiva intentona golpista de un teniente coronel seguido de un grupo reducido de guardias les deshonró a ellos, no al conjunto del Cuerpo, y el debate quedó en nada. Los terribles años de sufrimiento, con más de doscientos guardias civiles asesinados y más de mil heridos por la banda terrorista ETA forjaron en la opinión pública la imagen de una institución entregada a la lucha contra el terrorismo en defensa de la democracia.
Hoy la Guardia Civil goza de amplio respaldo en la opinión pública española. Los españoles reconocen la labor de los agentes garantizando la seguridad de los ciudadanos y su alto grado de especialización. Muchos de ellos participan en misiones humanitarias y de paz en el extranjero cuya eficiencia se asienta precisamente en su formación militar.
Que Pablo Iglesias aspire a cambiar la esencia de un Cuerpo que acaba de cumplir 175 años de historia carecería de importancia. La democracia nos permite a los ciudadanos expresar libremente nuestras opiniones. Nos ampara incluso para equivocarnos. Lo anómalo de este asunto es que quien formula este tipo de iniciativas forma parte del Consejo de Ministros del Reino de España. Afortunadamente, pese al silencio de quien debería desautorizarle, que se sepa, ni el ministro de Interior, ni la ministra de Defensa tienen la menor intención de modificar el carácter militar de la Guardia Civil.
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