Ha vuelto el fútbol, han vuelto los partidos con los futbolistas solos detrás de la pelota sin aficionados que los jaleen desde las gradas. Han vuelto los futbolistas antes que los niños a los colegios e institutos; antes que los aficionados al cine y el teatro.
En los canales oficiales de la Liga deben de considerar los partidos por televisión materia reservada, alta cuestión de Estado. Ver al Eibar por la tele se equipara a la operación Tormenta del Desierto. Las imágenes y sonidos desde el campo de fútbol han pasado por los censores digitales del alto mando, que ha llenado las gradas vacías se han llenado de aficionados sin voz ni aplauso, un amasijo inerme de bits de colores.
Con el sonido ha pasado igual. Alguien no quiere que oigamos la cruda verdad del deporte, no nos vayamos asustar de los gritos y tacos sobre el césped. La ausencia de cánticos reales ha sido rellenada por un informe ruido enlatado, aplausos falsos y un murmullo sin personalidad. Este debe de ser el primer gran logro ‘civilizatorio’ de China en Occidente. ¿Por qué?, ¿qué nos quieren ocultar? Creo que buscan tapar la artificialidad del mundo que han creado, que no nos demos cuenta de que eso es un simple deporte, veintidós hombres en calzoncillos detrás de una pelota.
Todo comenzó en los 90 con aquella ridícula pero feroz “guerra digital” de Aznar, con un Cascos justificando la retransmisión televisiva del fútbol como si fuera un derecho social. Se jugaban poder y dinero, mucho dinero, pero al final ganó Roures.
El fútbol se colocó en el centro de la comunicación y con ello del negocio y la manipulación de la gente. De ahí la ternura al ver estos días a los ingenuos aficionados de la Real Sociedad que han protestado con el lema “No ha vuelto el fútbol, sino vuestro negocio”.
El fútbol de hoy no es el que vivimos hasta los años 80. Comparemos a dos capitanes del Real Madrid, a un Pirri al lado de un Sergio Ramos. Desconozco si aquel capitán llegó alguna vez a depilarse el entrecejo pero sé que era médico. Hoy los niños conocen al detalle los mil cambios de peinado, tatuajes y las profundas reflexiones del capitán de hoy, que incluso tiene un documental.
El fútbol de estos días es fantasmagórico, no por la ausencia de aficionados sino por haberlos sustituidos por fantasmas a la altura. El mundo del fútbol de hoy es un espectro del deporte, un negocio basado en el fantasma de la comunicación virtual, del enredo sobre sí mismo.
Durante lo peor de la pandemia falleció Miguel Orts, periodista de un fútbol que ya no existe y que hoy no se comprendería. Era un fútbol de cinco minutos de televisión, no más. Orts se iba al cesped con el Camacho de turno y a las dos preguntas de siempre se esperaban las dos respuestas de siempre. Todo claro sin artificios ni pretensiones. En cambio hoy, tenemos el fútbol de la era viral: excesivo, artificioso, fanatizado y narcisista, que discute horas sobre un sencillo empujón en el área; un fútbol que da ruedas de prensa grotescas como si se dijera algo distinto a lo que decía Camacho a Orts hace 40 años.
Hoy tenemos el fútbol acorde con un presidente que aparece por la tele hablando una hora sin pudor para anunciar lo mismo que vamos a tener fútbol por fin, que nos vamos de cámping o que los niños van a ir a jugar al parque. Hacer de lo insustancial y frívolo algo relevante e incluso importante mediante la comunicación es algo que comparten políticos y periodistas de fútbol de esta era.
El que haya vuelto el fútbol televisado así, con esta falsedad añadida a la falsedad, da la medida de nuestra política. Ha vuelto haciendo honor al despotismo ilustrado que nos ayuda a que no deesesperemos buscando una mascarilla que no vamos a encontrar.
Esta semana hemos oído al responsable sanitario de riesgos laborales de la Policía, que fue destituido por hacer bien su trabajo. José Antonio Nieto hizo lo que debía: prevenir. En enero ordenó el uso de mascarillas y guantes a los agentes en aeropuertos y fronteras. El Gobierno, con el taimado y adversativo Simón, no le perdonó que alarmara antes del 9-M.
Las retransmisiones del fútbol se han enmascarado. Preguntas para El Chiringuito. ¿Cómo no van a falsear la realidad de los campos de fútbol vacíos si hoy llevamos días con los fallecidos por el virus ‘congelados’? ¿Cómo no van a poner ‘uuuys’ enlatados si meses atrás no nos dejaron ver ningún ataúd entrar en el tanatorio? ¿Cómo no nos van a tratar como a niños si en el inicio de la mayor crisis económica, con más de 30.000 muertos en la conciencia nos lanzan el lema “Salimos más fuertes”?
Una pausa para publicidad y volvemos enseguida.
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Javier Adolfo Iglesias