Babel

Emilio Sánchez de Amo
23:19 • 26 jun. 2020 / actualizado a las 07:00 • 27 jun. 2020

Es habitual, y en ascenso, ver en el Congreso, y en todas sus plataformas voceras, a descendientes de Noé. Sí, aquel del relato bíblico que salvó, ante el diluvio universal, a diferentes especies animales. Sus descendientes, afincados entre los ríos Trigris y Éufrates, en la llanura de Sinar, lo que después fue Babilonia en el actual Irak, consiguieron edificar una torre de gran altura con la que pretendían alcanzar el cielo, a lo que, como indica el relato bíblico, Dios contestó haciéndoles hablar en diferentes lenguas para que no se entendieran entre ellos y tuvieran que dispersarse por el mundo. De ahí que aquella edificación reciba el nombre de Torre de Babel, torre de la confusión o desorden.


Y así andan buena parte de nuestros políticos, hablando idiomas diferentes que llevan a confusión. Haciéndonos creer, incluso creyéndoselo ellos mismos, que todo lo que viene de otra bancada es erróneo y antipatriota.


Pretenden construir una Torre de Babel por cada partido para alcanzar los cielos de la gobernanza, y el populacho nos conformemos con asumir que, al igual que los descendientes de Noé fueron castigados por arrogancia, soberbia y desmesuradas aspiraciones, los españoles estamos castigados sin remedio por estas mismas ansias desmedidas de poder..



En un momento trascendental en nuestra historia, la ciudadanía debe poner pie en pared y exigir avanzar en la reconstrucción tras la pandemia, pues son demasiadas las personas que lo están pasando mal y muchos los aspectos que cambiar en la nueva normalidad, desde la conciliación laboral/familiar, pasando por la educación, nuestros tejidos productivos o el blindaje de la sanidad pública. No permitamos más esta dialéctica de confrontación; mientras el Gobierno trata de aunar esfuerzos buscando acuerdos entre las fuerzas políticas, como es su obligación, el resto está en sus amenazas para no seguir apoyándolo en la legislatura o en la bronca impostada, irreal y falsa que lo único que puede traer es el un hartazgo generalizado que no podamos controlar, y nos encontremos con una Torre de Babel derruida por completo.






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