Carta a María Cassinello

Creo entenderte, María. Tu curriculum al servicio de los pobres, de los enfermos y de los niños desvalidos me sigue emocionando. Eres sin duda alguna de lo mejor que han producido las organizaciones benéficas del franquismo, y no un año ni dos, sino a lo largo de la terrible e inacabable posguerra, la transición y ahora la democracia. Que la religión ha ido informando tu vida para perdonar a los asesinos de tu familia yo no lo pongo en duda. Sé que es muy difícil, por no decir imposible, trascender esta situación cuando el tiempo, lejos de aclarar, robustece aún más las ideas en que uno se fue educando. A mi probablemente me hubiera pasado igual si hubiera vivido el gólgota que tú viviste. Pero quisiera decir algo. También yo fui adoctrinado en la inmensa falacia de que Franco era poco menos que un santo (de hecho hasta lo quieren canonizar). Miles y miles de libros, documentos serios, testimonios de mucha gente que lo conoció de cerca dan fe de que era un ser frío y cruel. Hasta el último momento estuvo persiguiendo a los perdedores y matándolos sin piedad. El desorden de la República con pistoleros en la calle y las instituciones al pairo, tiene su origen aunque sea remoto en el golpe de Estado franquista como detonante nuclear. Se podrá ser de derechas, de izquierdas o mediopensionista pero el dato histórico está ahí y en el caso concreto del Valle de los Caídos la democracia no tolera que el principal responsable de este suntuoso corral de muertos esté presidido por Franco, el que no perdonó nunca a sus enemigos. ¿Reconciliación? Pues sí, desde luego. Pero no la de Franco sino la que inauguró la Constitución: Es por eso que ahora podemos cartearnos a través de un periódico que ya no es un órgano del Movimiento sino de la libertad.