Me cuento entre quienes creen que los cambios en la dirección del Partido Popular han sido, seguramente, para bien.
Es preciso que, con las condiciones que se quiera -ojalá sean muchas y duras-, Casado y cuanto él representa se involucren en la tarea de paliar el casi absoluto desgobierno que padece el país. La mitad del Ejecutivo o no funciona o, si funciona, es para intentar anular lo que la otra parte hace; hay descoordinación cierta con las comunidades autónomas, ataques a las instituciones, comenzando por la Corona, injurias a ciertos jueces que han tenido la osadía de entrar a investigar algunas presentas irregularidades en el partido coaligado con el PSOE.
Millones de españoles desconocen a estas alturas si van a poder llevar a sus hijos al colegio, y cómo van a hacerlo, mientras que no se espera la reaparición de la ministra de Educación al menos hasta mediados de la semana próxima y del ministro de Universidades simplemente no se sabe nada. Lo mismo que de la ministra responsable del turismo -nadie sabe quién es: yo tuve que recordarlo a través de Internet-. O de la nueva secretaria de Estado de Sanidad, la señora Cazón, a la que ni una palabra le hemos escuchado desde que fue nombrada hace un mes. Claro que tampoco hemos vuelto a escuchar al propio presidente del Gobierno.
En resumen: este Gobierno, que proclamó orgulloso ser el que mejor estaba combatiendo a la pandemia en el mundo mundial, se ha mostrado incapaz de resolver los problemas que angustian a los españoles. Y, en palabras de uno de los flamantes dirigentes del PP, que discrepa en eso de la línea oficial de Casado, hay que ayudar a Sánchez a que se libere de sus insomnios, es decir, a que sustituya a Iglesias y a un par de ‘sus’ ministros. Otros, en el PP, se empeñan en que el problema es Sánchez -y puede que lo sea, pero lo cierto es que ganó las elecciones y encabeza la intención de voto en las encuestas_y prefieren esperar a que todo se desmorone, haya que convocar elecciones y, entonces, se de el giro que los ‘populares’ pretenden.
Creo sinceramente que Casado tiene muchas posibilidades de ser el próximo presidente del Gobierno de España. Pero cuando razonable y prudentemente toque. Si se equivoca, puede que pierda esa oportunidad. Y entretanto... ¿qué?
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