Manolo Otero y los Calatrava

Javier Adolfo Iglesias
07:00 • 27 ago. 2020

Volvemos al curso político como nos fuimos, sobre una nube embriagadora de palabras y otra de viruses. El presidente volvió de vacaciones a lo suyo, a las palabras. Parole, parole.


Al igual que George W. Bush hizo el 1 de mayo de 2003 sobre el portaaviones Abraham Lincoln, Sánchez se apresuró tras el confinamiento total a proclamar solemnemente “mission acomplished”, en castellano sedoso y a media voz, como siempre. 


El hijo de Bush no había acabado aún lo que inició, ni siquiera pudo dar con Bin Laden mediantes aquellas palabras mágicas. Bien al contrario, dejó con su guerra mentirosa -y la de su vice- cientos de miles de muertos, sumió un país en el caos y puso el germen del Isis.



Sánchez y su vice proclamaron victoria contra la pandemia antes de tiempo y dejaron tras de sí todas las dudas, una población anestesiada por los aplausos y una economía casi de guerra. El martes el Presidente tardó en salir por la tele de nuevo lo que el vicePablo en hacerse su nuevo moño. Casi una hora y media en la que dio por sentado que si antes el virus no entendía de límites territoriales, ahora ha hincado codos con Vacaciones Santillana y se ha aprendido todos los afluentes y pueblos de España. 


- “Chicos, yo ya he cumplido. He conseguido doblegar la curva y ahora os toca a vosotros. Yo estoy aqui, apoyando en todo. Me llamáis y hablamos”. Sánchez  les repitió a los presidentes autonómicos y a todos los españoles: “Cogobernanza, cogobernanza”. Otra de esas nuevas palabras de esta era, como ‘nueva normalidad’, ‘desescalada’ o ‘escudo social’. Parole, parole, susurra. 



Dos presidentes que saben susurrar. Zapatero inauguró en España la ‘parole politics’. Lanzaba al aire las palabras, por encima de la realidad, pero nunca junto a ella. Desde ‘brotes verdes’ a la ‘Alianza de civilizaciones’, pasando por las ‘miembras’ y planes E. 


‘Parole, parole’ es una famosa canción de mi infancia. Era original en italiano, interpretada apasionadamente por la gran diva Mina junto a un actor del montón. Esta misma canción volvió a sonar en francés al año siguiente en la voz de Dalila con un varón mucho más guapo: Alain Delon. Pinchó en español con Carmen Sevilla y Paco Rabal. Sin embargo, el enorme genio ibérico copió la fórmula y buscó un Delón español lanzando a Manolo Otero. 



Pedro Sánchez es el Manolo Otero de la política milenial. Si éste nos convenció a los españoles de que cantaba sin cantar, Pedro gobierna sin gobernar. Y tan guapamente que lo hace. Y al igual que el engolado guaperas de los 70, Pedro Sánchez se dijo en junio “ hoy tengo todo el tiempo del mundo” y se fue de vacaciones mientras el coro comité le arropaba de fondo “aaaa aaaaaa..ummmmmm...”


En una entrevista televisiva, Susana Grisso le pedía al hoy vicepresidente que destacara una cualidad de su entonces rival electoral. “Es muy atractivo”, dijo tras pensarlo. “...eso es una cosa importante en política”, añadía Iglesias; equivocadamente, añado yo. ¡Pues no le echaba cara bonita de cemento armado Manolo Otero para ponerse ahí haciendo como si cantaba! Pedro Sánchez habla y habla y nos hace creer que gobierna junto a muchos de sus ministros como Celaá. Parole, parole...”with flowers in your head”.  “Cogobernanza” y “presencialidad” van de boca en boca entre políticos, expertos de telediario y periodistas, pero aqui no llega el beso, lo carnal. 


Este otoño sonará el Skype o Zoom como en “Llora el teléfono”, otra canción de la época en la que el amor se volvía dramático desamor . Siendo de Doménico Modugno  la popularizo en la misma época Claude François, otro guapo grimoso.

- Javier Larbán: “Presidente, necesito el estado de alarma en Cantavieja y La Muela. ”


- Pedro Sánchez: “Claro que sí, Javi. No tienes más que pedirmelo hombre. ¿Te acuerdas cuando me pediste irme de la secretaría general del partido?”. 

Otra versión: 

- Joaquim Torra: “President, ya tengo a los Mossos en la frontera para frenar el virus. Pero no puedo ir al Congreso, a Madrid, ¿algún problema?”

-Pedro Sánchez: “Mol bé, No, no, para eso está el Skype. ¿Donde está Carles?”  


Yo era más de los Hermanos Calatrava, que venían a reírse de tanta palabrería de amor y desamor. Los dos hermanos hicieron burdas e hilarantes parodias de aquellas tonadas. Si Manolo Otero era el guapo oficial de España, el que verdaderamente triunfaba era el feo de los Calatrava, que es como admitir hoy la innegable realidad de que Cristóbal Montoro y su presupuesto son los que de verdad rigen desde que Sánchez llegara a La Moncloa.


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