Como si fuera un diario sensacionalista, el portal del Gobierno de España exhibe este titular: “Una de cada dos mujeres ha sufrido algún tipo de violencia machista en España”. Condensa en un mensaje directo y claro la macroencuesta sobre el tema encargada por el ministerio de Igualdad. Es la vuelta al cole para Irene Montero y como el ‘decíamos ayer’ de Fray Luis de León, ha querido retomar su misión donde la dejó, justo días antes del 8-M, a pocas horas,vaya casualidad, de que el Gobierno comenzara a tomarse en serio la pandemia.
El titular es aplastante, en varios días no lo he podido apartar de mi mente. Párese a pensar en esas cifras, lector, a recordar e indagar. Hágalo como yo a pares o por mitades. He pensado en todas y cada una de las mujeres que han pasado por mi vida y me he conmovido. De cada dos, una fue víctima de violencia en mis narices, sin que yo supiera nada y sin que hiciera nada. Tremendo remordimiento. De cuatro, dos fueron agredidas; de 10, cinco fueron violentadas; de 20, diez fueron acosadas, vilipendiadas, humilladas. Esto es intolerable como sociedad, insoportable como humanidad. ¿Como he podido ser tan lerdo, tan frívolo y tan ciego a lo que ocurría a mi alrededor? No me lo perdonaré jamás.
Mi madre y mi abuela. ¿Cuál de ellas fue? Era mujeres siempre en casa, cierto, pero yo las percibía fuertes como rocas; es más, eran las anclas de nuestras familias. Mi abuela era la matriarca de seis hijos y todo el dinero que llevaba mi abuelo pasaba bajo su control. Pienso también en mis dos hermanas. Si me entero de que alguien se ha metido con ellas me volvería un Charles Bronson. Recuerdo a mis resueltas amigas del cole, no me imagino que se aplique a la mitad de ellas ese titular gubernamental; ¡menudas eran algunas dando guantazos o patadas directas a la espinilla!
Según esta macroencuesta, de las cientos de mujeres que han formado o pasado cerca de mi vida, la mitad han sufrido “algún tipo de violencia machista”.
Sigo leyendo con detalle. Las cifras absolutas son igualmente aplastantes: ¡Las afectadas son casi 12 millones de mujeres a partir de los 16 años! Me llama la atención que no son esas supuestas 11.688.411 mujeres víctimas de violencia machista las que han hablado sino “una muestra representativa de 9.568 mujeres”. De nueve mil a doce millones es solo milagro de la Estadística.
Me quito la mala conciencia cuando sigo leyendo y descubro que mezclan denuncias formales e informales, piropos o groserías con violaciones, agresiones y violaciones. Y ya no tengo duda, me doy cuenta de que esta macroencuesta es un burdo engaño. Es una encuesta tramposa. Malvada, incluso. Otra malévola artimaña es el tiempo. La encuesta incluye “en algún momento de sus vidas”, con lo que lo que confiese una joven de 20 años se iguala falazmente a lo que vivió una mujer de 65 años, que no podía ni abrir una cuenta bancaria en 1975.
Montero busca con esta macroencuesta dar apariencia de cobertura científica a algo que no la tiene. “Las violencias machistas” es un falso concepto, que quiere hacer semejante y continuo lo que no lo es. Es además muy frívolo el considerar “violencia” un piropo, una mirada indiscreta, una grosería o un intento de ligue fallido cuando hay cientos de mujeres agredidas, violadas y asesinadas.
Con este ardid estadístico la ministra consorte busca dar visos de realidad a su proyecto de ley, titulado pomposamente de “Libertad sexual”, aquel por el que su protector compañero llamó machista en público a otro ministro. “Estructural” es la palabra mágica, la abrapalabra. Para la ministra, “los datos revelan que la violencia que sufren las mujeres no es una violencia episódica, sino estructural. No son episodios violentos, son relaciones violentas o violencia reiterada producida principalmente por hombres cercanos, lo que incluye a las violencias sexuales fuera de la pareja”. ¡Voilá! Como Aristóteles, una teoría bien armada con solo palabras y ahora con el marchamo estadístico. Las teorías aristotélicas de las cuatro causas, la de potencia-acto o la de los lugares naturales estuvieron en boga más de 1.700 años hasta que llegó Galileo con teorías verdaderas, científicas.
Mientras las - así llamadas- “violencias machistas” son agrupadas por Montero, su vicerrey de la casa, Pablo Iglesias, hace lo contrario con otras violencias, las disuelve en el olvido y en otros números. Se empeña en que el Gobierno negocie con HB-Bildu los Presupuestos. En este caso la ‘macroencuesta’ de ETA no tiene muestreo, solo caras reales, cerebros estallados, cuerpos desmembrados y mucha sangre y sufrimiento.
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