Fermín Bocos
23:39 • 11 nov. 2020
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actualizado a las 07:00 • 12 nov. 2020
El castellano es la lengua oficial del Estado y como tal los españoles tenemos el deber de conocerla y el derecho a usarla. Así lo establece nuestra Constitución, así lo respaldan siglos de historia y así lo refrenda la lógica y el potencial de un idioma hablado por cerca de seiscientos millones de personas repartidas por una veintena de países además del nuestro. Pues bien, pese a tan contundente evidencia resulta que el Gobierno que preside Pedro Sánchez y con él su ministra de Educación, la señora Isabel Celaá, impulsan una ley que, entre otras arbitrariedades de marcado sesgo ideológico, pretende liquidar la condición de lengua vehicular del castellano en nuestro país.
Ajenos a la avalancha de críticas que están recibiendo por su manifiesta inconstitucionalidad, siguen adelante con el proyecto porque necesitan el voto favorable de ERC a los Presupuestos. Y el precio que exigen los separatistas es que el castellano deje de ser lengua cooficial en Cataluña circunstancia que convierte al catalán en la lengua dominante en aquella comunidad y de paso refrenda la política de inmersión lingüística impuesta por los gobiernos de la ‘Generalitat’ en abierta insumisión respecto de varias sentencias de los tribunales.
Y, ¿cómo creen los lectores que argumenta la señora ministra para defenderse de las críticas que está recibiendo su proyecto de ley? Pues, diciendo que quienes critican la liquidación del castellano en España como lengua oficial lo hacen “porque quieren volver al pasado”. ¿A qué pasado se referirá? ¿A Cervantes? ¿A Quevedo? ¿A Valle Inclán?, o ¿A don Pío Baroja? ¿A Unamuno?, vascos por cierto como la ministra y castellano hablantes.
Es un dislate de tal tamaño que uno ya no sabe qué pensar. Tal parece como que quienes deciden estas cosas que atentan contra el patrimonio de todos los españoles se han escapado del universo de la “Conjura de los necios” la famosa novela de John Kennedy Toole . Porque necio (en la primera acepción del significado de esta palabra: que no sabe lo que podía o debía saber), hay que ser para afirmar que mantener como lengua oficial de España el castellano o español, es “volver al pasado”. ¿Qué otro futuro es el que avizora la señora Celaá? ¿Qué los ciudadanos permanezcamos mudos ante el chalaneo político del PSOE con los separatistas de ERC cuyo jefe de filas cumple prisión condenado por un delito de sedición? Qué lejos queda aquél PSOE que decía ser el partido que mejor vertebraba España.
Afortunadamente el idioma español goza de buena salud y así seguirá a pesar de las torpes zancadillas de personajes como quienes demuestran estar dispuestos a lo que sea con tal de seguir en el poder. Pero Pedro Sánchez y sus socios de Podemos en el Gobierno están tensando demasiado la cuerda.
Ajenos a la avalancha de críticas que están recibiendo por su manifiesta inconstitucionalidad, siguen adelante con el proyecto porque necesitan el voto favorable de ERC a los Presupuestos. Y el precio que exigen los separatistas es que el castellano deje de ser lengua cooficial en Cataluña circunstancia que convierte al catalán en la lengua dominante en aquella comunidad y de paso refrenda la política de inmersión lingüística impuesta por los gobiernos de la ‘Generalitat’ en abierta insumisión respecto de varias sentencias de los tribunales.
Y, ¿cómo creen los lectores que argumenta la señora ministra para defenderse de las críticas que está recibiendo su proyecto de ley? Pues, diciendo que quienes critican la liquidación del castellano en España como lengua oficial lo hacen “porque quieren volver al pasado”. ¿A qué pasado se referirá? ¿A Cervantes? ¿A Quevedo? ¿A Valle Inclán?, o ¿A don Pío Baroja? ¿A Unamuno?, vascos por cierto como la ministra y castellano hablantes.
Es un dislate de tal tamaño que uno ya no sabe qué pensar. Tal parece como que quienes deciden estas cosas que atentan contra el patrimonio de todos los españoles se han escapado del universo de la “Conjura de los necios” la famosa novela de John Kennedy Toole . Porque necio (en la primera acepción del significado de esta palabra: que no sabe lo que podía o debía saber), hay que ser para afirmar que mantener como lengua oficial de España el castellano o español, es “volver al pasado”. ¿Qué otro futuro es el que avizora la señora Celaá? ¿Qué los ciudadanos permanezcamos mudos ante el chalaneo político del PSOE con los separatistas de ERC cuyo jefe de filas cumple prisión condenado por un delito de sedición? Qué lejos queda aquél PSOE que decía ser el partido que mejor vertebraba España.
Afortunadamente el idioma español goza de buena salud y así seguirá a pesar de las torpes zancadillas de personajes como quienes demuestran estar dispuestos a lo que sea con tal de seguir en el poder. Pero Pedro Sánchez y sus socios de Podemos en el Gobierno están tensando demasiado la cuerda.
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