No debe temer por su futuro laboral el Vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, porque cuando deje la política, o la política lo deje a él, harán cola para contratarlo agencias de publicidad, televisiones y gabinetes de comunicación. Su capacidad creativa para acaparar presencia mediática, opaca a cualquier personaje público, aunque sea el Presidente o el Rey; sus iniciativas tapan cualquier otro acontecimiento hasta el punto de que los informativos se han convertido en “lo de Pablo Iglesias”, que se renueva a diario, y alguna cosa más, antes de pasar a los deportes.
El 12 de octubre, fiesta nacional, estaba formado el Gobierno en el Palacio Real para recibir al Jefe del Estado, que saludó uno a uno a los ministros y a los presidentes de las autonomías, acompañado del Presidente. Entre total, contando a otros poderes del Estado, además de altos mandos militares, estaban allí unas cincuenta personas. Bastó una inscripción de apoyo a la sanidad pública en la mascarilla de Iglesias y esa fue la foto en casi todos los medios, con el Rey de personaje de relleno. Al cabo de un mes, en el viaje oficial a Bolivia presidido por don Felipe, éste paso a segundo plano porque Iglesias aprovechó por sorpresa para firmar con varios líderes americanos un documento contra las dictaduras.
En el plano doméstico, foto de Iglesias con el Presidente para transmitir que los Presupuestos del Estado no eran de un solo partido, sino de la coalición que integran. A los pocos días, el Vicepresidente Iglesias mete en las alianzas por sorpresa a Bildu, partido que aún no ha condenado los asesinatos de ETA, y paga la factura de imagen el PSOE. Por si fuera poco, lo nunca visto: Podemos, su partido, firma una enmienda sobre los desahucios con Bildu y Esquerra Republicana; es decir, que se enmienda el proyecto de Presupuestos del Gobierno al que pertenece y que había presentado con Sánchez. Sin precedente en democracia.
Y que no falte la polémica diaria sobre lo sucedido. Varios ministros socialistas expresaron su lógico malestar y la artillería dialéctica de Podemos disparó misiles para cubrir a su líder. A la ministra de Defensa, Margarita Robles, que se atrevió a recordarle a Iglesias que forma parte del Gobierno y que lo preside Pedro Sánchez (¡menuda ofensa!) le replica la secretaria de Estado, Ione Belarra que “cuando eres la ministra favorita de los poderes que quieren que gobierne el PP con Vox, quizás estés haciendo daño a tu gobierno”. Esa declaración de la número dos de Iglesias en su ministerio, sería cese seguro en cualquier país.
Así van los noticiarios: la actualidad que crea Pablo Iglesias y un poco de lo demás, aunque esa semana se haya aprobado la Ley de Educación sin consenso -la octava en 40 años- o que, por fin, después de siete años, el Pacto de Toledo, clave del futuro de las pensiones, haya obtenido un difícil logro en la Comisión que preside Magdalena Valerio. Pero eso parece ser material complementario al vodevil.
El despliegue europeo y la gira por España de Pedro Sánchez, que advirtió en su día que “con Iglesias en el gabinete no podría dormir”, está siendo arrinconado informativamente. No hay noticias sobre la calidad del sueño del Presidente, pero ninguna duda de lo despierto que anda el Vicepresidente. Como creativo, un hallazgo. Como socio, un dolor.
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