“En un país muy, muy lejano, vivía un Ogro terrible, malvado, su único fin en la vida era hacer el mal, que los habitantes de aquel lugar no fuesen felices jamás. Así un día, cuando se acercaban las fechas de la Navidad y la gente se preparaba para vivirlas con paz, amor y amistad…El Ogro, que se percató de tal felicidad, decidió secuestrar la Navidad...”
“Salvar la Navidad”, parece que de eso se trata o al menos eso proclaman. Muchos de los llamados, responsables políticos, aseguran, que el objetivo de las medidas sanitarias tomadas estas últimas semanas, es “salvar la Navidad”. Que se trataría de encontrar un equilibrio entre la economía y la salud. Los más sinceros se atreven a ponerles cifras y aseguran que esta campaña navideña tiene 10.300 millones de euros en juego.
Algún experto virólogo dice que; “en verano también dimos un mensaje parecido y el virus no se fue de vacaciones, así que si lo enfocamos así muy probablemente estemos hablando de una tercera ola a la vuelta de Navidad”, argumenta este especialista y asegura que “son unas fiestas marcadas por las interacciones sociales entre no convivientes en espacios cerrados debido al frío y en las que se multiplican los desplazamientos entre comunidades para reunirse con la familia, el escenario perfecto para la transmisión del coronavirus”
Tal vez, se trate solamente de eso, o nada más y nada menos que de eso, de Salvar la Navidad, su verdadero espíritu, es decir vivirla con alegría pese a todo, hacerlo en lo más íntimo de la familia, del pequeño núcleo familiar, vivirla con humildad y a la vez con solidaridad. Vivir la Navidad, cada año y especialmente este, debería ser un reflejo de Amor y de generosidad. Sentirnos más amables, cercanos y cariñosos con los demás, tender la mano y ayudar a los menos afortunados. Dar verdaderos abrazos solidarios, en los que a distancia es posible, compartiendo con otros que lo necesitan, donde mayormente nuestra forma de hacerlo sea anónima.
Tal vez, este año, seremos capaces de activar nuestra imaginación y dar regalos que tengan un valor eterno, y ser capaces de tener actitud de compasión, de servicio y de amistad, de bondad y de dulzura, de verdadera Navidad
“...En este lejano país, sus vecinos vivían tristes porque el Ogro los iba a dejar sin navidad, hasta que apreció el duende que poseía el espíritu de la Navidad, que enterado de aquel desastre decidió intervenir. En el centro del país, se elevó unas decenas de metros y abrió su gran saco que esparcía unas diminutas chispas fluorescentes de mil colores que volaron a cada rincón de ese país, se trataba de nada más y nada menos que los verdaderos y ocultos valores de la Navidad y así ese año pudieron disfrutar de esas fechas en la intimidad de la familia, llenándolas de comprensión. ternura y felicidad, a pesar de las distancias se acordaron de cada uno de sus amigos y familiares y también de los que no podían vivirlas con alegría e incluso compartieron con ellos para que fuesen más felices eso días.”
Y así, lograron SALVAR LA NAVIDAD, sabedores de que así, el año que viene sería mucho mejor.
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