El maestro Chipo

Chipo Martínez, tras recibir el Escudo de Oro de la Ciudad de Almería.
Chipo Martínez, tras recibir el Escudo de Oro de la Ciudad de Almería. La Voz
Ramón García
07:00 • 08 dic. 2020

La mayoría de premios y reconocimientos vienen acompañados de cierto porcentaje de sospechas o envidias, por lo que es inaudito cuando sobre el premiado cae el peso de la unanimidad; hace unos días mi amigo Chipo Martínez recibió el Escudo de Oro de la Ciudad de Almería y me atrevería a asegurar que ni una sola voz en desacuerdo se ha alzado ante tal reconocimiento. Y todo tiene su explicación.



Si a Chipo tuviese que definirlo con una sola palabra esa sería bondad. Y ello habiéndose movido desde su juventud en un mundillo artístico en el que, tarde o temprano, alguna zancadilla te acaban poniendo. Desde que fue mozalbete y cayó rendido por los lejanos ecos de la beatlemanía que llegaban a Almería, Don Joaquín (si, muchos no sabréis que ese es su verdadero nombre) posiblemente ha pisado más escenarios que Keith Richards y Paul McCartney juntos. Grandes, medianos y pequeños. Su pericia, buen hacer y el codearse con grandes músicos de nuestro país no han impedido que su ranking en la BBC —bodas, bautizos y comuniones— sea más que abultado, pero puedo asegurar (porque lo he vivido junto a él) que su entusiasmo cuando el show comienza es exactamente el mismo en un gran teatro que en el más infecto garito.



Todos recordareis su etapa en los Teddy Boys, pero no tengo espacio para enumerar las formaciones a las que ha pertenecido. He tenido el privilegio de compartir con él muchas horas de escenario, ensayos, viajes, charlas —un rato de conversación con Chipo debería estar recetado por la Seguridad Social—, y también algunos ratos complicados. Jamás le he visto una mala cara. Siempre “positifo”, nunca “negatifo”.



Ha tocado con todos, ha ayudado a cada músico almeriense que lo ha necesitado y se ha ganado el cariño y el respeto de sus colegas, de su público, de su ciudad. Su nombre, como ejemplo de concordia, buen hacer y profesionalidad, debería quedar grabado en ese escudo a partir de ahora.



Nada más recibirlo soltó la cinematográfica frase ‘¿Qué he hecho yo para merecer esto?’. Y yo le contesto: ‘Amigo Chipo, ser tú mismo, ¿te parece poco?’.






Temas relacionados

para ti

en destaque