Antiguamente, el Hombre del Saco asustaba a los niños, pero los niños de ahora no han oído hablar de esa imprecisa pero terrorífica criatura que se los llevaba por ahí (seguramente para comérselos o para vendérselos a su amigo el Sacamantecas) si se portaban mal, y, en consecuencia, no se asustan. Sin embargo, Pedro Sánchez ha detectado una especie de niños, pero grandes y raros como ellos solos, que no sólo conocen la existencia del Hombre del Saco, sino que están convencidos de que semejante monstruo es él.
Esos niños grandes y raros, pues no son niños-niños, sino adultos pueriles, habitan en todas partes, también en el Congreso y en Senado, pero, sobre todo, en recónditas grutas franquistas del Whatsaap, y desde allí están saliendo mucho últimamente en descubierta para enfrentarse a ese Coco que, según esos cavernícolas que se han venido arriba, ya no solo zampa niños desobedientes, sino que se quiere comer España entera.
Pedro Sánchez ironizó en el balance del primer año de su gobierno sobre la naturaleza diabólica que el fascio le atribuye, complaciéndose en el símil del Hombre del Saco, pero se ve que no conocía los últimos contenidos filtrados de uno de esos grupitos, esta vez de militares en activo, donde le piden a Trump, ¡a Trump!, que invada con sus tropas España para liberarla del yugo social-comunista-proetarra-bolivariano, porque de la ironía habría pasado, sin transición, a partirse de risa.
Sin embargo, el deterioro de la salud mental de algunos españoles que han tenido o tienen mando y autoridad sobre otros españoles, y probablemente un arma en casa, no es cosa de risa. El deterioro de la salud mental, tras un año transitando por el miedo, la enfermedad y la muerte, nos afecta a todos, pero éstos de las cavernas, que ya venían tocados del ala, llegan a ese extremo del delirio que deja de ser jocoso. Lo de Trump y sus Cien Mil Hijos de San Luis o de Oklahoma, no pasa de ser, ciertamente, una mamarrachada producto de una ingesta alcohólica a deshora, pero lo que pueda salir de esas covachas en los próximos meses, cuando los efectos económicos de la pandemia estrangulen a millones de trabajadores, o cuando el Gobierno indulte a los presos del “procés”, o cuando la Sanidad pública termine de colapsarse, no será cosa de risa, sino de preocupación.
El Hombre del Saco, aquella entrañable y espantable criatura del imaginario infantil, daba miedo, pero ahora los que lo dan son aquellos que lo identifican con Sánchez y su Gobierno e invocan a Trump, a cualquier clase de Trump, para acabar con ellos.
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