Hace unos días se aprobó el texto, que pronto se llevará al pleno, relativo a la Ordenanza Municipal sobre Tenencia de Animales en el Ayuntamiento de Almería, donde se incluye el método CER, captura-esterilización-reintroducción, para regular las colonias de gatos en las calles de la ciudad. Un tema que trae de cabeza a los gestores municipales de todo el mundo y que genera debates encarnizados. Por eso el interés de la concejala de Sostenibilidad Ambiental de resaltar que el texto ha sido apoyado por las asociaciones ecologistas y asociaciones que defienden el bienestar animal.
Por mucho que Margarita Cobos se empeñe en recalcar lo de consensuado sabemos que no es así. En lo único que están todos de acuerdo es en la necesidad de intentar atajar un problema que se nos ha ido de las manos, pero no en las formas de hacerlo.
Según un censo del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, en España hay un total de 2.490.312 gatos, entre los que se engloba a los gatos que viven en hogares y en las calles. Estos últimos se reproducen desmesuradamente, provocando una sobre población que genera suciedad, posibles enfermedades, peleas entre ellos y una gran pérdida de la biodiversidad urbana ya que son grandes depredadores. Algunos ciudadanos bienintencionados optan por echarles de comer pero lo que consiguen es agravar el problema porque genera un foco de atracción a otros gatos y un nuevo foco de malos olores por culpa de la comida que normalmente son restos que nos sobran en las casas. Otros, cansados de que no se ponga remedio, se toman la justicia por su mano, y optan por envenenarlos, o matarlos a pedradas, algo que por desgracia en los últimos años hemos visto demasiadas veces en Almería.
Las organizaciones animalistas llevan años presionando al Ayuntamiento para que implante el método CER, controlando así la reproducción masiva y todos los problemas que ello conlleva. Estas colonias estarían vigiladas por cuidadores registrados que se encargarían de estar pendientes de la aparición de nuevos individuos, de tener las colonias alimentadas y de controlar la salud de los animales. Algo que muchas asociaciones ya hacen por su cuenta y lo único que les ocasiona, además de un gasto importante en veterinarios y comida, son discusiones y enfrentamientos con los vecinos que ven en los gatos un foco de infección.
Este método se utiliza en grandes ciudades como Barcelona, Roma, Paris, con resultados muy positivos, porque además de solucionar el problema que generan las colonias descontroladas, mantienen a raya los roedores. Un detalle muy a tener en cuenta y que los vecinos del Parque Nicolás Salmerón deben conocer muy bien porque, después de mucho quejarse, consiguieron que los gatos desapareciesen de allí, y ahora se quejan por las ratas que, más grandes que los gatos, campan a sus anchas.
Por otra parte los grupos conservacionistas, naturalistas, ecologistas, inciden en que además de acabar con a las ratas, están haciendo descender el número de aves, pequeños mamíferos y reptiles que viven silenciosamente entre nosotros y que realizan una función primordial para el control de plagas como los mosquitos y otros insectos. Hay numerosos estudios que ponen datos sobre la mesa como el realizado por la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA), en el que afirmaba que la población de vencejo común ha descendido en España un 20% en los últimos 20 años debido a la proliferación de gatos ferales. Su solución también es la de capturarlos, esterilizarlos pero, en vez de reintroducirlos de manera controlada, optan por la opción de llevarlos a santuarios hasta que sean adoptados y en algunos caso tomar otras medidas más drásticas si fuese necesario.
Cada uno tenemos una opinión al respecto, normalmente muy confusa y de sentimientos encontrados, que es el resultado de la percepción que tenemos sobre los felinos, la realidad que nos toca vivir, los datos científicos que manejamos, la sensibilidad a los derechos de los animales, la cantidad de videos ñoños que llegan al móvil o de lo hipocondriaco que seamos.
Creo, a pesar de defender la biodiversidad, que esta ordenanza es un acierto porque es un ejemplo de cómo la ciudadanía se implica y consigue pequeños triunfos, porque intenta encontrar una solución al problema, protege a los animales y dignifica a todos aquellos que defienden sus derechos. El tiempo dirá si los resultados son o no positivos, sin contentan a unos pocos o se alcanza la unanimidad, pero hay que hacer algo y, mientras no haya otras alternativas que se puedan llevar a cabo, esta es una buena opción.
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