Sube y subirá la incidencia del COVID; nieva por la tormenta Filomena, pero después helará; y congela la sangre lo sucedido en el asalto al Capitolio en Washington el día 6 con miles de manifestantes tratados con deferencia por una policía habitualmente expeditiva. Son tres tormentas en una; es el aviso que dejan los diez primeros días del 2021 como aperitivo de un año que se anuncia muy intenso.
En la batalla de la pandemia pagamos ahora la factura de los excesos navideños. Estábamos avisados. De la tormenta Filomena ya recibimos alertas suficientes, aunque nadie esperaba que fuera la peor nevada en 50 años. Pero la tercera tormenta, la que impulsó Donald Trump, conmocionó al mundo entero por su simbolismo: una potente democracia es amenazada al interrumpirse la proclamación parlamentaria del presidente electo por acción de una turba alentada por el presidente saliente, en un acto de total irresponsabilidad.
No se podrá decir que esa salida violenta, institucionalmente, no estuviera tan avisada como las otras dos tormentas. Medio año antes, en el epílogo del libro “Ruptura”, publicado por La Vanguardia, el profesor Manuel Castells, actual Ministro de Universidades, advertía de que “Trump no se rendirá así como así y la consecuencia podría ser un semi golpe de estado en la democracia más antigua del mundo”. Lo habían anunciado las redes, especialmente las fascistas Gab y Parker; e incluso habían dado pistas sobre los planes del operativo de ocupación. Parece que lo sabía todo el mundo menos la Policía de Washington y la Guardia Nacional que en otras protestas ha tenido intervenciones decisivas para controlar del orden. No lo sabían, o más bien el propio Donald Trump bloqueó su intervención. Dos horas después del asalto llegó la Guardia Nacional; pero porque fue activada por el vicepresidente Mike Pence desde su refugio en los sótanos del Capitolio. Todo digno de una serie de ficción.
A la conmoción por lo sucedido en Estados Unidos, siguió una refriega en casi todos los países en la que algunos populistas se desmarcaron de Trump. La polarización excesiva alimentada por noticias falsas, y la irresponsabilidad en el manejo de las redes, llevan a estos lamentables episodios. Que Twitter y Facebook hayan bloqueado al mismísimo presidente de los Estados Unidos por sus contenidos alentando la violencia, es tan insólito como revelador de la gravedad de la situación.
En España la derecha le dijo a Podemos que lo sucedido en Washington se parece mucho a la movilización “Rodea el Congreso”. Respondieron indignados pero la ex diputada de Ciudadanos Patrícia Reyes recuerda la pedrada que le alcanzó. La izquierda le dijo a la derecha que la acusación de “gobierno ilegítimo”, con la que se insulta a Pedro Sanchez, es idéntica a la que Trump utiliza para no aceptar que ha perdido las elecciones. Steve Bannon, diseñador de esas campañas, asesoró a Tump, a Vox y a Bolsonaro. Y, además, Cataluña. El director de un diario catalán, con ocho apellidos de esa autonomía, nos comenta así los sucesos de Washington: “Eso ya lo hemos vivido aquí con un asalto al Parlament y un presidente saltándose la ley. Nada nuevo”. El desafío sigue: no den a Trump, ni a ningún populismo por acabado; ni siquiera debilitado, La crispación y la polarización son rentables electoralmente. Una amenaza.
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