Durante meses, el presidente del Gobierno andaluz utilizó la palabra ‘anticipación’ de manera machacona para hacer creer que él mismo y ‘su equipo’ habían obrado el milagro de que la pandemia tuviera en Andalucía una menor incidencia que en el resto del país. El milagro, sin embargo, se produjo más bien porque el confinamiento nos cogió –bendita suerte– cuando el virus comenzaba a diseminarse por nuestra comunidad.
En todo caso, si alguien persiste aún en esa idea, cabría preguntarse dónde ha ido a parar esa anticipación, que no se ha visto por ningún sitio en la segunda ola ni en esta tercera. Moreno Bonilla debería explicar a qué ha dedicado todo este tiempo, dónde ha metido los fondos que llegaron del Gobierno de España para reforzar el sistema sanitario y el educativo y por qué está racaneando ayudas a los sectores más afectados por las restricciones.
Los andaluces quieren conocer también cuántos rastreadores se han contratado y qué está ocurriendo con la Atención Primaria, porque una cosa es que no haya manera de que la cita con el médico sea presencial y otra que el tiempo de espera alcance los 14 días para ser atendido por teléfono.
La situación de la pandemia en toda Andalucía es muy preocupante. Estamos en cifras de contagios nunca vistas antes y con una presión asistencial que se recrudecerá en las próximas semanas. Pese a eso, el presidente andaluz no ha acertado ni siquiera cuando ha rectificado. Las medidas que entraron en vigor el 11 de enero quedaron obsoletas ese mismo día y ante la urgencia de la situación no tuvo otra ocurrencia que esperar hasta este viernes para hacerse una enmienda a la totalidad.
Para esto no ha tenido prisas el Gobierno de PP y Cs, como tampoco la ha tenido para reforzar la sanidad pública, ni para ayudar a los autónomos y hosteleros, pero sí para aumentar su lista de altos cargos. Prometieron reducirlos, pero ya tienen 24 delegados provinciales más que el último Ejecutivo de Susana Díaz. Esta es la austeridad de la que hacía gala la derecha.
La pandemia, que siempre va por delante del Gobierno andaluz, no puede ganarnos la partida de nuevo, porque hay muchas vidas en juego. Moreno Bonilla debe centrarse en combatirla con todas las medidas necesarias y planificar la vacunación con eficacia y transparencia. El plan que ha aprobado llega tarde, pero en todo caso debe contemplar un importante refuerzo de la plantilla de sanitarios; si no, estará abocado al fracaso. Este plan tampoco puede ser una excusa para liberalizar la vacunación y seguir aumentando la cuenta de resultados de la sanidad privada. Estaremos atentos.
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