El pasado domingo, en el programa “Salvados”, el Vicepresidente del Gobierno y líder de Podemos, Pablo Iglesias, comparó la situación del ex dirigente independentista, Carles Puigdemont, con la de los exiliados del franquismo. Esta comparación es inaceptable.
En primer lugar, porque el proceso histórico del franquismo y el proceso independentista no son marcos comparables. Alrededor de 500.000 españoles tuvieron que huir en 1939, y en años posteriores, de una dictadura militar cuyo eje principal fue la represión física, económica, laboral y política de cualquier tipo de disidencia al régimen franquista.
Además, cerca de 220.000 españoles fueron encerrados en los campos de concentración del sur de Francia en unas condiciones inhumanas, donde el hambre y la muerte fueron la tónica. 10.000 de ellos fueron deportados a los campos de exterminio nazi y otros murieron luchando contra el fascismo en la II Guerra Mundial. Fueron familias enteras, compuestas en gran número por mujeres, niños y ancianos, los que huyeron del terror y la represión más brutal. Algunos de los dirigentes independentistas decidieron marcharse del país para no asumir la consecuencia de sus actos en el marco de una democracia, no de una dictadura o una guerra civil.
Ni siquiera los exiliados de los años 50 y 60, la segunda generación de españoles expulsados por el franquismo, pueden tener comparación con los huidos de “procès” catalán. Y eso lo sabe perfectamente Iglesias, lo que añade más gravedad a sus palabras.
En segundo lugar, la España democrática no es la España franquista, y hay mensajes que pueden dar entender que estamos ante una falsa democracia. Para comprender ambos procesos históricos, el señor Iglesias debería preguntarse y conocer qué leyes o legalidad contravenía cada uno de ellos, porque se corre el riesgo de banalizar el franquismo y dar a alas a los discursos reaccionarios Los republicanos españoles tuvieron que huir por defender la legalidad republicana. Otros por saltarse la legalidad constitucional.
Debemos hacer un esfuerzo para no usar a las víctimas del franquismo y hacer analogías con la actualidad, porque ni el proceso histórico es similar ni estamos ante situaciones comparables. No es lo mismo.
Quizás debería el Vicepresidente visualizar algunos de los documentales sobre los exiliados del franquismo antes de hacer declaraciones sobre ellos. O revisar sus postulados políticos si necesita justificar con las víctimas de franquismo a algunos de los dirigentes independentistas. En cualquier caso, la memoria de los exiliados del franquismo merece más respeto del que ha demostrado el Vicepresidente de Gobierno.
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