Lo que nos estamos perdiendo

Después de volver a leerme el relato Los muertos de James Joyce, llevado a la pantalla por John Huston, me he atrevido con Ulises, del mismo Joyce. No sé las veces que he intentado leerlo, casi siempre lo he abandonado en los primeros tres capítulos o pasaba directamente a leerme el capítulo quince, considerado el corazón del libro, pero tampoco lo acababa, y ahora, treinta años después de haberme comprado esta novela en una librería de Salamanca, publicada  por la editorial Lumen, en  un viaje que hice con mi hija pequeña en una furgoneta camping, voy por el capítulo quinto, y lo más importante es que disfruto de cada palabra, comprendida o no, que mi cerebro lee con una voz interior. 

Me arrepiento de no saber latín. Tuve la oportunidad en el bachillerato, pero la desperdicié no eligiendo más esta asignatura. Y Joyce, educado en un colegio jesuita de su Dublín natal, escribe numerosas  expresiones en latín, lo mismo que en otros idiomas: francés, italiano,... Pero las escritas en latín me parecen más relevantes. Son como proverbios o sentencias.

Yo, que he pasado las peores navidades de mi vida, y no precisamente por las restricciones conocidas por todos, empecé el nuevo año con un mensaje que me estremeció de los pies a la cabeza y creo, según he leído, que lo mismo le sucedió a millones de españoles. 

Me encontraba tan ausente y ajena a lo que significaba la nochevieja que incluso se me había olvidado comprar las uvas, pero esta vez mi hija, atenta a todo, las compró, las lavó y las peló para tomarlas fácilmente, y así nos diera tiempo a masticarlas y tragarlas. 

Pusimos la tele, y mi ánimo era tan simple que solo estaba preparada para cumplir sin más el ritual. Sin embargo, mi sorpresa fue inmensa cuando escuché el mensaje que emitió Ana Obregón en relación a su hijo. Era lo más grande que había escuchado entre tantas felicitaciones: “Lo más importante en esta vida es dedicarle tiempo y amor a las personas que quieres, porque cuando te vas es lo único que te llevas”.

Lo que nos estamos perdiendo. No me imaginaba este final.