El Gobierno decidió, adelantándose incluso a la petición formal de la Comunidad de Madrid y otras zonas de España, aprobar la declaración de zona catastrófica. Es curioso, aunque era su obligación y responsabilidad hacerlo, que apenas unos días después de la gran nevada tanto el ministro del Interior como el de Fomento pusieran en duda la necesidad de hacerlo. Fueron unas declaraciones muy criticadas, porque sólo había que asomarse un poco a la calle y a las noticias para apreciar el desastre monumental que Filomena había causado en bienes públicos y privados. Y, por supuesto, para intuir que miles y miles de negocios iban a sufrir aún más de lo que ya lo hacen con las nuevas restricciones provocadas por la expansión incontrolada de la Covid 19 y el retraso en la vacunación.
Bien está lo que bien acaba, aunque es cierto que habrá que ver con lupa la letra pequeña de esa declaración. Y, lo más importante, cuándo llegarán los fondos. Se entiende perfectamente que haya un cierto recelo a la vista de lo ocurrido en otros desastres anteriores. Quién no recuerda que años después, por ejemplo, del terremoto de la localidad murciana de Lorca, los fondos ni estaban ni se les esperaba y su reparto fue tal caos que algunos vecinos tuvieron tiempo después que devolver el dinero recibido.
Está por ver de qué forma se va a compensar a los negocios que no pudieron abrir durante días por la nieve o por los desperfectos que el hielo ha causado en sus instalaciones. La ayuda directa a empresas y autónomos ha sido y es la asignatura pendiente de este Gobierno. Los ERTE, que parece que se prolongarán hasta finales de mayo, tras el sí de los empresarios de la CEOE, no son ya la panacea para decenas de miles de pequeños negocios que literalmente están sobreviviendo y para los que la única salvación serían ayudas directas o poder despedir a algún empleado, a la vista de las caídas de facturación, pero no de los gastos.
Si no es así, y no va a serlo por el acuerdo aprobado, echarán el cierre y todos los empleados serán enviados al paro. A estas aturas, no hay quien de un duro por que este primer trimestre sea de recuperación y veremos lo que ocurre en el segundo, una vez que ya se dan por perdidas las Fallas, la Semana Santa e incluso la Feria de Abril. Y, mientras todo esto ocurre, el gobierno de coalición sigue mostrando en público sus desacuerdos en materias tan importantes como la reforma de las pensiones, que va a ser sin duda la próxima gran batalla.
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