El mes de enero no suele ser bueno para el empleo. Este primer mes de 2021, el número de afiliados a la Seguridad Social se redujo en 218.953, el número de trabajadores en situación de ERTE aumentó en 35.625 respecto al último día de diciembre, por lo que mantiene en los 750.000 desde agosto, y el número de autónomos con prestación aumentó en casi 35.000, hasta 383.848.
Por su parte, el paro registrado aumentó en 76.216 y como explica Funcas, es una cifra inferior a la del mismo mes de los dos últimos años, pero continúa el fuerte incremento del mes anterior, que ya fue el peor diciembre desde 2009, debido al menor número de contrataciones durante la campaña navideña. El gasto total en prestaciones por desempleo -incluyendo los ERTE- fue en 2020 de 36.400 millones de euros, casi el doble que el año anterior.
Son cifras muy preocupantes y más cuando hay que oír mes tras mes, día tras día desde que comenzó la pandemia, que hay que estar satisfechos porque muchos trabajadores estén en ERTE y muchos autónomos cobrando una prestación. Y más grave aún que se diga desde dentro del Gobierno. Incluso hemos visto cómo la ministra de Trabajo se ponía medallas y declaraba que los ERTE "han venido para quedarse".
La cruda realidad la vimos también la semana pasada con la EPA. Ahora mismo hay prácticamente un millón de trabajadores que por unas cosas u otras quieren trabajar y no pueden, casi 4 millones en paro y 750.000 en ERTE. Es decir, se acercan a 6 millones los trabajadores que no trabajan, que no producen. Sin contar los inactivos que podrían ser otro millón. De hecho, sólo tiene empleo el 48,8% de la población en edad de trabajar. Es la consecuencia de la mala gestión de la pandemia y de la crisis económica que traía aparejada. La falta de ayudas directas a empresas y autónomos tiene consecuencias. España es el país que menos ha concedido con relación a su PIB, apenas el 3,5%, frente a otros países que han superado los dos dígitos.
El Gobierno sigue en una realidad paralela. Tanto que la ministra de Industria se ha permitido darnos esperanzas sobre la movilidad en Semana Santa, cuando la pandemia sigue causando estragos y el plan de vacunación no se va a cumplir. Mientras, siguen cerrando empresas o anunciando ERE porque la perspectiva a corto y medio plazo es desoladora. No ingresan, pero siguen pagando impuestos, alquileres y suministros. Eso sin contar que este año tendrán que empezar a devolver los ICO y nadie sabe cómo.
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