Hace unos días paseaba por la calle Granada cuando asistí al vilipendio mejor ejecutado y sincronizado que haya presenciado jamás. Una señora -mitad Bo Derek, mitad Ana Obregón- cruzaba la calle con prisa y ante la atenta mirada de los viandantes. A mí no me quedó más remedio que admirarla cuando alcanzó mi altura. Salí de mi ensimismamiento al toparme con dos nuevas mujeres de edad similar, que entrelazaban sus brazos bajo el pecho y la observaban mientras una decía: “Mírala, se ha echado a perder”, “Ha engordado mucho”, matizaba la segunda. “Víboras”, pensé.
Yo no sé cuándo una mujer se echa a perder. Desconozco si existe un método o norma a seguir, ni siquiera si es relativo a un período de tiempo preciso. Quizás, simplemente un día te despiertas y alguien decide que te has echado a perder; y la podredumbre se extiende, gangrenando el cuerpo y todo lo que un día pudiste llegar a ser. Cuando una se echa a perder huele. Es como si nos convirtiéramos en sacos herméticos defectuosos que dejan escapar la mierda que hay dentro. Pero, ¿la mierda es nuestra o de los demás?
Ahora que está bien visto el amor propio, Zara ha incluido entre su elenco de modelos a lo que la prensa llamó una mujer con cuerpo real, como si hasta ahora no hubiésemos visto uno de verdad. Lo que antes habría llevado un distintivo de talla grande, llegaba a nuestras pantallas con la etiqueta de real.
Amancio Ortega ha abandonado el ideal de Sarah Jessica Parker -Sexo en Nueva York- por el de Lena Dunham -Girls-. Y lo cierto es que yo se lo agradezco, porque he descubierto que lo que yo consideraba normal, ni gorda ni flaca, ahora es in between. Ser in between es lo real. Soy real.
Me imagino a esas señoras que entrelazaban sus brazos bajo el pecho y no puedo evitar relacionarlas con Amancio Ortega. El siguiente paso en la estrategia empresarial de Inditex podría ser el de diseñar ropa real y que, cuando quiera comprarme una camisa que me cierre, no tenga que recurrir a una talla que me diga: “te estás echando a perder”. No quiero mirarme al espejo y sentirme señalada. De nada sirve un cuerpo real si no hay ropa que le acompañe.
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