“Existe el peligro de que un hombre ignorante pueda fácilmente aplicarse una dosis insuficiente de antibiótico, y, al exponer a los microbios a una cantidad no letal del medicamento, los haga resistentes”. Aquella profecía que lanzó en 1945 el descubridor de la penicilina, Alexander Fleming, no solo se ha cumplido, sino que a día de hoy esto supone una alerta sanitaria a nivel mundial. Para que nos hagamos una idea, esta resistencia a los antimicrobianos o RAM supone más de 30.000 muertes al año en Europa y pérdidas de 1.500 millones de euros al año según datos de la Comisión Europea (CE).
A este panorama hemos llegado por el uso excesivo y descontrolado de estos medicamentos tanto en humanos como en animales. El uso en humanos lo conocemos, pero… ¿y en animales?
La presencia de antibióticos en los alimentos de origen animal está continuamente cuestionada y es importante saber que, desde 2006, en Europa se prohíbe su uso como promotores de crecimiento en el ganado y solo se permite con fines terapéuticos. Además, la legislación dicta que el animal debe guardar un tiempo de espera sin administrarle antibióticos antes de ser llevado a matadero u ordeño y evitar así su presencia en el alimento.
El problema es que hasta ahora los antimicrobianos se han empleado incontroladamente de formaprofiláctica, es decir, se les suministran a los animales antes de que aparezca la enfermedad a modo preventivo. Las bacterias, como cualquier ser vivo, quieren sobrevivir y por ello este uso excesivo puede dar lugar a bacterias multirresistentes que presentan un grave problema de salud humana y animal.
Como ya hemos podido comprobar con la pandemia de la covid-19, en este mundo tan globalizado en el que vivimos, es muy sencillo que un microorganismo se expanda por la sociedad. Y lo mismo pasa con estas “superbacterias”. Un ejemplo de una bacteria que ha adquirido resistencia a múltiples antibióticos es el Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (MRSA), el cual se originó en explotaciones ganaderas de EEUU, pasó a humanos y se transmitió por todo el mundo hasta el punto de ocasionar brotes epidémicos en muchos países, entre los cuales está España.
Pero tengamos calma, porque hay brotes verdes. Debido a las exigencias de la CE junto a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), los miembros de la Unión Europea han reducido considerablemente el uso veterinario en los últimos años. Una de las recomendaciones es la de que su uso en animales debería reducirse al mínimo necesario para el tratamiento de enfermedades infecciosas y para ello emplear medidas preventivas como la de reforzar el bienestar animal.
Llegando a este punto debemos de ser conscientes de la gravedad de la situación y que el uso inapropiado de estos medicamentos puede causar problemas irreversibles en nuestra salud y la de los animales. Hagamos caso a Fleming y dejemos de ser ese “hombre ignorante”.
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