‘Plandemias’

Javier Adolfo Iglesias
21:48 • 24 feb. 2021 / actualizado a las 07:00 • 25 feb. 2021

Las elucubraciones conspiranoicas colectivas existen desde mucho antes de la pandemia de la COVID-19, llamada obscenamente por algunos ‘plandemia’. Bajo esta rúbrica milenarista se únen músicos como Bosé y Bunbury, curas con universidad, ateos panteístas de sandalia, youtubers, fans de tick-tock y votantes de VOX. Todos se vuelven nobles anarquistas rechazando el llamado bozal y advirtiendo de que la vacuna es el tridente de un diablo llamado Bill Gates. Nada nuevo.  



Recuerdo de niño que la conspiración judeomasónica era la favorita de Franco y le servía para llenar la Plaza de Oriente. Y  más reciente, durante la primera legislatura de Zapatero, el PP abundó sin éxito en la delirante conspiración del 11-M



Las redes sociales han servidor de lanzadera de esta deriva mental: desde el atentado contra las Torres Gemelas, pasando por el terraplanismo, hasta llegar a esa secta Qanon que lucha contra una red maligna en la que se comen a   niños como si fueran hamburguesas. Las teorías conspiratorias apelan a lo infantil del ser humano, a ese área del cerebro donde lo mágico y lo real no se distinguen, y de donde aparecen entre sombras el lobo y la bruja. En cierto sentido es comprensible que personas que no vivieron la Transición recreen como niños esta etapa de nuestra historia. 



El pasado martes, el vicepresidente se sumó a las teorías conspiranoicas del 23-F, repitiendo una idea muy vieja, la de que el Rey Juan Carlos estaba al mando de la asonada que él mismo desmanteló. Iglesias la recupera como parte de su cansino raca-raca contra el rey y la constitución que nos legaron nuestros padres. 



Enrabietado por haberse puesto corbata ante Felipe VI, Iglesias buscó a la prensa para comparar a Juan Carlos I con el tal Hasél y recordar que aún existen registros y documentos clasificados sobre el 23-F



Lo mismo y al mismo tiempo hacían Rufián y otros partidos independentistas en una rueda de prensa exótica y sin preguntas. Iglesias no estuvo allí con sus representados en la coalición parlamentaria. No se atrevió a darle plantón al Rey, pero lo compensó negando revolucionariamente el aplauso a los discursos que celebraban el triunfo de la democracia. Ya solo le quedaba compartir la principal herramienta que usaron aquellos militares franquistas tras el asalto al Congreso por Tejero. ¡Y lo ha hecho para divertido asombro de muchos! Los golpistas del 23-F jugaron a la carta del rumor y del supuesto de que el Rey estaba detrás a través de Alfonso Armada. Y hoy se rescata ese rumor conspiranoide porque si no se puede asaltar el cielo que al menos se tumbe al Borbón. 



El primero que propagó esta idea fue el pionero antisistema García Trevijano, un brillante jurista  metido a articulista resentido, que fue pieza clave en la campaña de la derecha contra Felipe González del 93 al 96. Como hoy hace Iglesias, Trevijano negaba que lo que vivimos sea una democracia y defendía ‘el cambio de régimen’. 



2014 fue un año decisivo en este tema. Nacía Podemos e Iglesias se erigía en su líder. Mientras, un guionista cómico llamado Jordi Evole también le daba el empujón a su propia empresa con un falso documental sobre el 23-F, o mejor dicho, un documental basado en una falsedad:  la de que el Rey organizó el golpe del 23-F. La Sexta batió todos sus récords de audiencia. Ese mismo año de 2014  muere Adolfo Suárez, el hombre al que Juan Carlos I le encargó encarrilar el final del régimen franquista y el inicio de la democracia. Horas después, tres jóvenes almerienses se convierten en estrellas nacionales de Youtube al afirmar que Suárez, “el de las dinastias”, había dado un golpe de estado con un “morenillo chiquitillo”, que quizás fuera Tejero. La tercera amiga milenial  inquiría: ¿Por qué esa preguntaaaa?”. 


No nos merecemos a un vicepresidente ‘plandémico’, que contagia de ignorancia a los jóvenes españoles, para que de esta manera se propaguen y arraiguen en ellos sus elucubraciones conspiranoicas y así salgan con facilidad a quemar calles y hundir la economía. Esta es otra pandemia verdad.


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