El próximo domingo, 28 de febrero, celebramos 41 años desde que los andaluces dijimos sí a nuestra autonomía. Había una voluntad unánime de la sociedad y de los dirigentes políticos de la época para obtener esa autonomía con el mayor contenido competencial, de acuerdo con lo que disponía el artículo 151 de nuestra Constitución. No en vano en 1931, ya en la II República española, se redactó el Proyecto de Estatuto de Gobierno Autónomo de Andalucía, aunque ciertamente nunca llegó a ser aprobado. El sentimiento de identidad propia dentro de la unidad de nuestro país y la necesidad de que Andalucía avanzara hacia un desarrollo que años atrás no había desplegado, unificaron masivamente las voluntades sociales y políticas para que tal y como refleja nuestro Estatuto de Autonomía, que el próximo 30 de diciembre cumplirá 40 años, se nos reconociera como identidad histórica y nos dotáramos de un autogobierno que defiende la Constitución del 78 y que emana del pueblo andaluz. En ese proceso, Andalucía ha sido la única comunidad autónoma en la que el acceso a la autonomía ha sido plebiscitado en referéndum.
Defiendo la forma de organización territorial y política que consagra nuestra Constitución bajo la premisa de la igualdad de todos los españoles, porque sin duda alguna el acercamiento de la administración a los ciudadanos permite un mayor conocimiento de las necesidades. De la misma forma, es imprescindible una distribución justa de los recursos económicos por parte del Estado para cubrir así esas necesidades de los ciudadanos sin que se den diferencias territoriales en la prestación de servicios básicos para todos los españoles.
Con esa premisa, este año celebramos un día de Andalucía marcado por la grave situación sanitaria que ha provocado la pandemia. Un día en el que recordaremos sobre todo a las más de 8.000 personas fallecidas en nuestra comunidad. Sirvan estas palabras como homenaje a ellas y para transmitir mi sincero mensaje de acompañamiento en su pérdida a los familiares y amigos.
Pero esta crisis sanitaria también ha venido acompañada de una crisis social y económica sin parangón. Va a costar mucho esfuerzo recuperar la normalidad. Por eso, ahora más que nunca hay que retomar ese espíritu de los andaluces con el que hace 41 años mostramos una firme voluntad para llevar a Andalucía por la senda del desarrollo.
Cada 28 de febrero renovamos ese compromiso, esa vocación de progreso que este año nos debe acompañar no solo como una tradición, sino como un esfuerzo real para aportar cuanto sea necesario por levantar Andalucía y salvar a nuestra comunidad.
Es hora de decir con más fuerza que nunca: andaluces levantaos. Nuestra bandera blanca y verde vuelve para traer esperanza bajo el sol de nuestra gran tierra. Tenemos que volver a ser lo que fuimos, retomar ese espíritu que nos hizo ser hombres y mujeres de luz para alumbrar la senda de la recuperación, la prosperidad y el desarrollo que esta tierra merece. Sea por Andalucía, España y la Humanidad.
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