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01:00 • 02 ene. 2012
En el futuro, los profesores de ciencia política tendrán que hilar muy fino para explicar la atipicidad del desmesurado triunfo electoral de Rajoy. Su discurso cara al pùblico fue un conglomerado de generalidades donde con frases de cualquier hombre de la calle ocultaba el proyecto real de su gobierno. El electorado español se echó en sus brazos por la crisis. Una crisis cuyos orígenes y desarrollo nunca señalaron lo suficiente para que el ciudadano no se desviara del presunto responsable, Zapatero.
Parece imposible que habiendo recorrido varias veces España y consultado a los presidentes de las autonomías, no se enteraran del nivel de déficit acumulado Ahora lo descubren y con esa excusa cambian la promesa de no subir impuestos. Lejos de dar esperanza al trabajador, lo que hacen es pintar el panorama de las siete plagas bíblicas con el argumento de que no viviremos como antes ya que nos espera un año más negro que el pasado...
Así que enfilamos el nuevo año en manos de adivinos de feria, trileros de las finanzas, arúspíces agoreros del dinero perdido, echadoras de cartas, zahoríes del tres al cuarto que llenan las oficinas de apuestas y loterías de colas desesperadas invocando la suerte porque no les dan demasiada esperanza los tecnócratas. Valiente consuelo: la Europa de Descartes, cuna del pensamiento racional, está siendo sustituida por una panda de nigromantes.
Dicen que al fin saldremos de esta pero haciéndoselo pagar a los que menos culpa tienen y no queda nada claro que con este sistema vaya a distribuirse mejor la riqueza. Comparemos el capítulo de las rentas del trabajo con las rentas del capital. En la campaña electoral yo dije que el PP parecía socialista. Hablaba mucho de solucionar el desempleo. Ahora se trata de socializar las pérdidas al tiempo que se favorece a los culpables de la crisis.
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