El ex rey Juan Carlos I quiere hacer como los youtubers, domiciliarse fiscalmente en otro sitio, en otro país. En realidad, esto de ir de la Ceca a la Meca, de no ser propiamente de ningún sitio, de pertenecer a una especie de Internacional apátrida, es consustancial a las testas coronadas, pero al emérito no le persigue el sino de la sangre azul, sino el espectro de una fortuna en B que no se sabe muy bien dónde está ni de dónde ha salido, aunque se tiene una idea.
Solicita un admirado colega que al padre del actual monarca se le retiren de una vez todos los honores, pero ya se los ha retirado él solo. Otro tanto cabría decir de las hermanas, Cristina y Elena, que han devenido en salteadoras de vacunas, bien que en la modalidad VIP de ir a ponérselas a los Emiratos Árabes, donde se halla refugiado su progenitor, y no en la más tosca de birlársela a las personas mayores, a los enfermos crónicos o a las cajeras de los supermercados, como hacen aquí, en plan más plebeyo, los salteadores.
A Felipe VI le pasa un poco como a Pablo Casado: a éste la familia se le va a Vox, y a aquél la familia le ha salido anarquista. ¡Ah, la familia! Al Capone atribuía el triste fin de su ídolo, Napoleón, a la familia, particularmente a su cuñado, Murat. De cuñados tampoco anda mal Felipe de Borbón, sobre todo ese Urdangarin que acaso ahormó su conducta al ambiente. En todo caso, podrá la Corte argüir que esa familia no es la Familia Real, que, se ponga como se ponga, es la familia, su familia, la única real.
Pero a lo que íbamos, que el padre, el ex rey, el emérito, quiere hacer como los youtubers, simular que es de otro sitio para que su país no le pida cuentas. Pero, ¿cual es su país?, ¿cual es el país, la patria, de los reyes y de los ex reyes, tan cosmopolitas y globales de suyo? Decía don Antonio Machado por boca de su Juan de Mairena que “la patria es, en España, un sentimiento sencillamente popular, del cual suelen jactarse los señoritos”.
Para salvar lo que se ha dado en llamar eufemísticamente La Institución, se habla de refundarla y adaptarla a los tiempos, pero ¿no sería mejor para la patria dejar que se expresara al respecto de esa supervivencia, en las urnas, ese sencillo sentimiento popular?
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