El Tao está en el cielo

Beatriz Torres
00:23 • 25 mar. 2021 / actualizado a las 07:00 • 25 mar. 2021

Camino entre naranjos, la flores de azahar empiezan a abrirse, las máquinas han abierto nuevos caminos y han cerrado y cortado otros. Busco la manera de subir por la montaña escarpada y lo consigo. Continúo por la vereda de arriba hasta llegar a mi silloncito de piedra. Me siento y contemplo la puesta de sol. 


La montaña le da un bocadito al sol, solo es un bocadito. No te vayas sol, déjame que te admire más. Parece eterno, nada se mueve, todo está quieto, y sin embargo el sol es tragado más allá de la sierra y desaparece. 


Me quedo haciendo respiraciones profundas. Lleno el vientre contando hasta tres, retengo el aire y después exhalo y sigo contando hasta siete, así veintiuna vez. Es mi manera de alcanzar la meditación, con los ojos cerrados me concentro más. Procuro que no haya pensamientos, y si los hay que pasen y se vayan. Apenas logro unos minutos de estar sola con el aire, los pajarillos están cantando despidiéndose del día, y yo respiro. 



Cuando abro los ojos el espectáculo de luz y color es abrumador. Los perfiles de las sierras brillan, las nubes son de colores. Ayer surgía del fondo del ocaso un halo anaranjado de luz, vertical y  perpendicular a la montaña. Constantemente me giro para atrás, no puedo separarme de tanta belleza. Es el Tao, el principio del universo, del cielo y de la tierra. Una nube de luz rosada atraviesa el halo de luz. Forman una cruz de brazos alargados en el infinito, y se pierden. Todo se desvanece después de unos breves e intensos instantes. 


Ha llegado la primavera, los almendros ya están vestidos de un verde tierno y joven, los  albaricoqueros también, lo mismo que las higueras. De las yemas de sus largas ramas blanquecinas brotan las primeras hojas, y como cada año se celebra el veintiuno de marzo el día mundial de la poesía. 



El año pasado me encargaron un recital de poesía para los usuarios de un centro de día. De las obras completas de Idea Vilariño elegí varios poemas de amor. Qué placer la recitación. Recitar mientras el otro está tumbado en la cama. No importa si no me oye, me escucha y disfruta sin entender.




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