Estamos encallados, como el carguero gigante en el Canal de Suez que bloquea la economía internacional y dispara el precio del petróleo. Encallados como los fondos europeos de recuperación en el Tribunal Constitucional alemán. O como la investidura en Cataluña. O como la batalla política de Madrid, ejemplo extremo de polarización, con resistencia activa de los moderados -centristas, socialistas y Más Madrid- para no quedar electrocutados electoralmente.
Casi encallados también en vacunación, porque los suministros escasean y la situación vuelve a empeorar. Y atrancada la recuperación económica cuyos indicadores se revisan a la baja.
Entre lo poco que se mueve en España está la moción de censura en el Ayuntamiento de Murcia que ha relevado al alcalde popular después de un cuarto de siglo de hegemonía, Y continua el intento de demolición de Ciudadanos dirigido por Fran Hervías, eficaz constructor del partido a las órdenes de Albert Rivera, y ahora especialista en derribos políticos, con despacho en la sede popular. El titular de la semana se lo ha llevado el hábil actor Toni Cantó, que en solo unos días ha saltado desde la Ejecutiva de Ciudadanos al quinto puesto de la lista del PP en Madrid. Es su tercer o cuarto partido. Mucho arte en el escenario político.
Pero Ciudadanos no está muerto, aunque el goteo programado de bajas y golpes de efecto va a seguir. Falta la traca final, a la que ya le pueden ir poniendo nombre propio. Mientras, se da por descontada la fuga de un alcalde de capital de provincia que saltaría así a su tercer partido. Unos acróbatas. La formación que heredó, en las peores condiciones, Inés Arrimadas retiene a personas de valía como Luis Garicano, Begoña Villacís, Susana Solís, Guillermo Diaz o María Muñoz Vidal, entre otras, convencidas de que una fuerza de centro es legítima reclamación de un diez por ciento de la población. Y una necesidad frente a la polarización. En algunas encuestas ya se aprecia un corte de la sangría en Madrid, por lo que Edmundo Bal podría taponar la herida abierta y lograr representación. No es seguro. Dependerá de la campaña.
Entretanto, Cataluña sigue anclada en su bucle infinito con una reyerta cruel entre Esquerra Republicana y los neoconvergentes. Pere Aragonés no es investido aún presidente de la Generalitat porque no acepta someterse al Consell de la República que maneja desde Waterloo Carles Puigdemont, el expresidente fugado. Por eso Junts se abstiene, encallando la elección. Un despropósito que impide la recuperación de una comunidad que exige gobierno eficaz tras años de abandono. Es urgente porque en los indicadores económicos y estratégicos Cataluña cada vez pesa menos. Objetivamente es así, aunque decirlo genere tuits airados de quienes no leen estadísticas por si les desmienten.
El viernes pasado en el Parlament, en la misma tribuna desde la que se proyectó Inés Arrimadas, el diputado popular Alejandro Fernández ridiculizó a la presidenta Laura Borrás con una intervención memorable. “Es usted una crack, señora Borrás. Llama fascista al Estado español opresor y se saca una plaza de funcionaria vitalicia en ese Estado fascista. Ni los agentes dobles de la guerra fría lograrían tal proeza. Si eso es un Estado opresor, hay que convenir que oprimir, oprime de pena”. No se pierdan en youtube esa intervención. El crack es el diputado popular. Síganle la pista.
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