Isabel Díaz Ayuso nunca dejará de sorprender, empezando por el cargo que ocupa, pero esto de andar en tratos con la Rusia de Putin a través del cónsul honorario en Vigo denota, inequívocamente ya, una inclinación irrefrenable de su persona hacia lo descabellado. Si el Sputnik, que da nombre a la vacuna que la presidenta regional contemplaba adquirir por su cuenta y riesgo (sobre todo, riesgo), fue el primer satélite artificial que orbitó la Tierra, la señora Ayuso es la primera independentista madrileña de la historia.
En efecto; Isabel Díaz Ayuso parece haber dado el salto, con la movida esta de la Sputnik V, del nacionalismo pejiguero y chusco que venía cultivando para jeringar al Gobierno de la Nación, a una suerte de independentismo que ríase usted del de Puigdemont y Torra. Se ha venido arriba. Como ve que sus dislates le van rentando tanto, y no solo en beneficio de la consolidación de su poder en la Comunidad de Madrid, sino con vistas, a corto o medio plazo, a desbancar a su todavía jefe, Casado, para ponerse ella al frente del PP, cual intentó hacer con Rajoy su mentora Esperanza Aguirre, ha tenido a bien revelar ahora los contactos de su consejero de Sanidad con ese señor de Vigo, dos meses después de producirse estos.
Naturalmente, al carecer de competencias para semejante cosa, pues ni ella es nadie para comprar vacunas al margen del Gobierno de España y de la Unión Europea, que rigen la política de vacunación y las compras, ni la Sputnik V está autorizada en el territorio de la Unión por la Agencia del Medicamento, Ayuso supo siempre que esa historia no podía prosperar, pero sí que iba a proporcionarle, cuando astutamente la revelara en periodo preelectoral, lo que a ella más le gusta, la propaganda, y ahí anda tan ufana, dándose pisto y, de paso, dejando a Vox para el arrastre, por mucho que los de Abascal quieran dar la nota en Vallecas para ver si alguien habla de ellos.
El pobre Gabilondo, pobre porque parece que clama en el desierto, dice que Madrid, los madrileños, no se merecen esto. Nada de esto: ni los aquelarres tabernarios de los franchutes, ni la depauperación de la atención primaria, ni lo de mandar a la gente mayor al fin del mundo (Zendal, Metropolitano) a hacer cola bajo el sol o la lluvia para ponerse la vacuna. Y lleva razón, pero los sondeos dicen que lo mismo es lo irracional lo que va como un cohete. Como el Sputnik.
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