Los admiradores de Paracuellos

Diego López Alonso
07:00 • 13 abr. 2021

La otra tarde-noche, los extremistas de izquierdas, movilizados por sus líderes políticos, hicieron una demostración de fuerza tratando de impedir un acto de propaganda de Vox en el barrio madrileño de Vallecas. Consideraban el acto “una provocación” de Vox. Esgrimían como argumento que no se podía permitir que los “fachas” camparan por “su” barrio. Lanzaron piedras y otros objetos contra los asistentes al acto preelectoral, indiscriminadamente, ya fuesen políticos o pueblo llano. Y remarcaron su actitud gritando: “¡A por ellos! ¡Como en Paracuellos!”.

Lo primero que reclama mi crítica es la actitud intolerante y antidemocrática de estos autodenominados antifascistas. (Por cierto, antifascista fue el camarada Stalin y fue un dictador sanguinario.) Porque, en democracia, todas las ideologías tienen derecho a expresarse salvo las que promueven la violencia y la supresión de las libertades. Nos gusten o nos disgusten. En este sentido, Vox, como partido legal, tiene derecho a actuar con completa libertad en Vallecas y en España (lo que incluye al País Vasco y a Cataluña, donde se permiten algaradas contra las actividades políticas de Vox, PP, y Cs, que suponen una limitación intolerable a la libertad). 



También quiero llamar la atención sobre la referencia reivindicativa de Paracuellos que expresaron estos “antifascistas”. A muchos españoles jóvenes, tras el paso por la paupérrima enseñanza de la Historia de España, en las versiones variopintas de las diferentes comunidades autónomas, les faltará la referencia histórica de Paracuellos y no entenderán el terrible significado del grito. En atención a estos posibles lectores, me voy a permitir enseñarles un trocito de la historia de la guerra civil española.



Durante el mes de noviembre de 1936, hasta el 4 de diciembre de ese año, milicianos y guardias de asalto republicanos (defensores del Gobierno del Frente Popular salido de las últimas elecciones habidas en la II República española), trasladaron a alrededor de 2.000 presos políticos de derechas a distintos lugares, mayoritariamente, a la localidad madrileña de Paracuellos del Jarama. Allí, atados de dos en dos, fueron ametrallados delante de grandes fosas. Muchos, ilesos o solo heridos, cayeron vivos a las fosas  arrastrados por la atadura con el compañero muerto. Así fueron enterrados todos. 


(La responsabilidad de los asesinatos de Paracuellos fue imputada a Santiago Carrillo, Secretario General del Partido Comunista de España, por el franquismo. En aquellos tiempos, era consejero de Obras Públicas en la Junta de Defensa de Madrid. Él siempre lo negó y no se han encontrado evidencias concluyentes. Muchos historiadores creíbles apuntan al NKVD, el servicio secreto de Stalin, como responsable intelectual y organizador de esta salvajada.)



Este cobarde y vil hecho es el que reivindican con orgullo estos borricos actuales. ¡Se postulan expresamente como asesinos!... ¿Cómo se puede ser tan salvaje? ¿tan inhumano? ¿tan carente de valores morales?...

No obstante, hay algo que agradecer en este exabrupto: su claridad. El mensaje es nítido. Estos, que se autodenominan antifascistas, progresistas, feministas, ecologistas, o cualquier otro movimiento social o corriente política que les sirva de cobertura ideológica, están dispuestos a la liquidación física del adversario político con el fin de conseguir sus objetivos políticos. Son unos fanáticos,  intolerantes, y liberticidas. O sea, son unos fascistas de tomo y lomo, aunque presuman de ser lo contrario.


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