Gabriel Rufián, cuando no desciende a lo macarra, es autor de frases inspiradas, y, desde luego, más inteligentes y sensatas que aquello que las inspira. Así, por ejemplo, refiriéndose al cansino embrollo en que andan liados los partidos soberanistas catalanes desde hace meses para la formación del gobierno regional, ha advertido del desaliento de la masa indepe de esta manera: “Hay que ser muy del rollo para seguirnos”. De los partidos que actúan en la escena nacional cabría decir lo mismo.
Que una sesión de control al Gobierno en unos momentos tan cruciales se salde con dos chistes malos, los cruzados mutuamente entre el jefe del Ejecutivo y el líder de la oposición (Sánchez a Casado: “Se le está poniendo cara de Rivera” / Casado a Sánchez: “Y a usted de Zapatero”), ratifica la marcianidad de la política española, pues es tanto su alejamiento de la realidad terrestre que, en efecto y cada vez más, hay que ser muy del rollo, muy de Sánchez o de Casado, para seguirles.
De nuevo, la mayor tara de la política catalana reproduce exactamente, en desolador diorama, la de la política nacional: la incapacidad para entenderse y obrar de consuno en beneficio de un interés o un propósito común. Lo de ERC y Junts podría explicarse, pues en común no tienen ni el propósito, por mucho que una formación y otra aseguren perseguir uno idéntico, la independencia de Cataluña. Para Puigdemont, o sea, para Junts, antes Convergencia, ésta es un fin exento de todo lo demás que compone una aspiración política, salvo la de la apropiación, mientras que para Esquerra es un sueño, y en los sueños caben muchas cosas. Definitivamente, ERC y Junts no tienen un propósito común, y, si lo tuvieran, tampoco se entenderían.
Lo de la ensoñación lo dice también Rufián al replicar airado a las insinuaciones de En Común Podem, otro que tal anda, sobre su relativo independentismo: “Nuestro sueño desde hace 90 años es la independencia. No lo malbarataremos”. Pues sí, se pueden malbaratar muchas cosas, pero no los sueños, que valen lo que valen. Ahora bien; groseramente materialistas (Junts) o soñadores (ERC), hay que ser muy del rollo para seguirles.
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