Buenas ideas, buenas palabras, buenas acciones

Beatriz Torres
01:15 • 20 may. 2021 / actualizado a las 07:00 • 20 may. 2021

Una noche fui feliz viendo Tesoros de la tele en la 2. Se emitían fragmentos de una serie de programas de entrevistas que realizó Carmen Maura en los años ochenta. Me encontré con personajes tan estimables como Adolfo Marsillach, Bibi Andersen, Tip y Coll, Federica Montseny…, y todos estaban allí transmitiéndonos algo valioso, su creatividad, su aportación a la vida.



Cuánta gente interesante acudía a aquellos programas, qué mundo tan interesante se vivía entonces, cuando la tele era algo muy diferente a lo que es ahora y las personas también. Una de las cosas que más me impresionó de Carmen Maura fue cómo inició su primer programa. Se lo comenté a unas amigas con las que estuve tomando unas cervezas el otro día en el pueblo. 



A raíz de una foto suya que salió en una revista se presentó a una prueba y le preguntaron, qué sabes hacer, yo nada, contestó, entonces saltó el director y dijo, eso es lo que yo andaba buscando, alguien que no sepa hacer nada. 



¿No es maravilloso? Que no sepas hacer nada y te den la oportunidad de hacer algo. Esa sería una vida digna de ser vivida. 



También les hablé del Eclesiastés. La otra tarde recurrí a él porque un amigo me dijo una expresión en latín que significa vanidad de vanidades y eso me llevó directamente a este libro del Antiguo Testamento que tanto admiro. 



Todo es vanidad y apacentarse de viento. Disfruta de la comida y de la bebida, goza de la amada compañía y si puede ser también de tu trabajo, porque esa es tu parte en esta vida entre todos los tormentos que padeces bajo el sol. 



Realmente dice goza de tu trabajo, porque el Cohelet observa que eso es un don divino, pero es tan difícil que esto ocurra bajo el sol, que se ha convertido en un don privilegiado del que estamos excluidos la mayoría de los mortales.



Sin esperarlo, después de esta incursión bíblica, me puse a ver Bohemian Rapsody y a través de la vida de Freddie Mercury aprendí los tres principios de las enseñanzas de Zoroastro, debido al origen parsi de su familia, y me quedé fascinada: buenas ideas, buenas palabras, buenas acciones.


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