Fama y vergüenza

Última entrega de la serie de artículos ‘Oído en la taberna’

Ramón García
07:00 • 25 may. 2021

La semana pasada coincidió en el tiempo ese reciente y lamentable espectáculo sucedido en Ceuta, en el que miles de inmigrantes arriesgaron su vida por los intereses políticos de sus gobernantes, con la realización de uno de mis programas radiofónicos. Como me pasa en muchas ocasiones, acabé conectando el presente con el pasado musical.



Andaba yo ocupado y distraído, recuperando canciones de uno de los trabajos más especiales de ese genio de ojos bicolor, Bowie, las de su disco Young Americans. En 1975 Bowie recorría América, alternando drogas y sexo con conciertos de rock'n'roll, cuando se empeñó en mutar, como tantas veces hizo en su vida, y comenzar a impregnarse de los nuevos sonidos que llegaban de Filadelfia, esos que poco después darían lugar a la disco-music.



Poco a poco el gran David fue grabando, sobre la marcha, una de sus obras más originales, donde encontramos claras incursiones en el ‘philly sound’ como Right, maravillas impregnadas de soul y tórrida tensión sexual como Can you hear me o Win, vibrantes incursiones el funk como Fascination – con la colaboración de un joven Luther Vandross – o la curiosa versión de Across the Universe. Y eso me llevó a Lennon.



John, por su parte, estaba en su famoso "fin de semana perdido", aquel en el que dejó a Yoko aparcada y se desmelenó con su amante oriental. Alguien le presentó a David y acabaron en un estudio de Nueva York.



Y cuenta la leyenda que el ex-Beatle no paraba de rasgar su guitarra cantando el famoso tema de Shirley and Company (Shame, Shame, Shame) cuando el siempre avispado Bowie le propuso cambiar shame (vergüenza) por fame, surgiendo así una de sus canciones más representativas y su única composición conjunta.



Y es ahí donde, por desgracia, mi mente conectó con la realidad, porque nada más encender la televisión y enfrentarme al siempre temido Telediario, me encontré con la fama merecida pero no buscada de Luna, la cooperante de Cruz Roja, y la vergüenza que me produjo compartir raza y planeta con esos desalmados animales que criticaron su sincero abrazo a un inmigrante desolado.





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