La mala gestión de la pandemia ha provocado en España la peor crisis económica que se recuerda. Esto no tiene discusión. Lo dicen las estadísticas publicadas, cojas el organismo que cojas.
El Gobierno no sólo no tomó las medidas adecuadas, que por cierto ya estaban tomando otros países, sino que las que tomó tarde, tanto que algunas aún no han llegado. Una de las pruebas más palmarias de esto que digo es que, a pesar de los ERTE, los ICO y los retrasos en los pagos de los impuestos, miles de empresas y autónomos no han podido aguantar el envite. Las ayudas directas no han llegado. Se aprobaron en marzo, estamos en junio y aún las están esperando. Tampoco va a ser fácil que miles de ellas puedan hacer frente a los pagos de los prestamos concedidos.
Otra prueba más la tenemos esta misma semana. El Gobierno y los agentes sociales sellaban el acuerdo para prolongar los ERTE y la prestación por cese de actividad de los autónomos. De nuevo se hizo en el último minuto, hasta el punto de que hubo de celebrarse un Consejo de Ministros extraordinario. Mientras, miles de trabajadores, hasta casi 600.000, cerca de 450.000 autónomos y centenares de miles de empresas han estado sin saber qué pasaría y sin poder tomar decisiones. Muchos economistas consideran que, a estas alturas, los ERTE están sólo enmascarando las cifras de paro. Y sobre el papel no cabe duda de que tienen razón. Muchos de estos trabajadores en ERTE es muy probable que no vuelvan al mercado laboral. Desde luego a sus empresas, pero quizá no vuelvan a ninguna, porque han estado embalsados sin formación y sin ningún aliciente para salir de la burbuja. Lo dijo no hace mucho tiempo el Banco de España y ha venido a decir lo mismo con otras palabras la OCDE. El organismo internacional considera que la prohibición de despedir va a ser un lastre para la recuperación y sin embargo el Gobierno la ha prolongado 6 meses más.
El Gobierno debería hablar más con los sectores, con las empresas y leer algún informe, como el último de Funcas en el que queda claro que el impacto de la pandemia en las cuentas de las empresas ha sido brutal en 2020. De hecho, la autora del informe cifra en un 18% la caída del excedente bruto de explotación, la mayor caída de toda la serie histórica, mientras que la renta disponible bruta se redujo un 17%. El resultado es claro: aumento del endeudamiento y de la presión financiera, resultados negativos y vulnerabilidad y cierre. Esta es la realidad de 2021.
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