Un estudio europeo que acabamos de conocer hoy constata que los largos meses de pandemia han hecho crecer el sentimiento de frustración entre los ciudadanos. Los españoles sumamos, además, la creciente sensación de incertidumbre, agudizada seguramente al contemplar cada día cómo quienes tendrían que darnos certidumbres se tiran las suyas a la cabeza. Y eso sucede en un ambiente político irrespirable que se carga aún más cada día por variados encontronazos en el presente o por el conocimiento de escandalosos asuntos del pasado.
Pablo Casado se encontró ayer con la imputación de su mentora, María Dolores de Cospedal, en el proceso que investiga la Operación Kitchen. Y este hombre, que lleva días acusando a Sánchez de que sus presuntos indultos a los presos del procés serían ilegales e ilegítimos, aunque la ley le legitime para concederlos, ha guardado silencio durante un día sobre esta imputación por presuntos delitos que, por su naturaleza, sí que son ilegales e ilegítimos. Tras el silencio ha hablado para decir que no diría nada.
Sí que mantiene su presencia en la manifestación de Colón del 13 de junio porque, dice, “su obligación es estar con la España real”. Y convendría que cuidase más sus palabras. Primero, por coherencia, porque su predecesor, Mariano Rajoy, cuando se manifestaban hace diez años contra él, situaba en esa España real a “la mayoría silenciosa que no se manifiesta, que no sale en las portadas ni abre los telediarios, a los que no vemos, pero son mayoría”. Está claro que ha cambiado el cuento, pero deberían explicarnos por qué la enana ahora es Blancanieves.
Y segundo, debería contarle alguien que la España real es más compleja que algunas conexiones neuronales. Y en ella caben los que indultan y los indultados, los que están a favor o en contra de la medida o les resulta indiferente, incluso los que indultaron en su día y ahora lo consideran anatema. Así que, por respeto a los ciudadanos, que son los contribuyentes que sostienen su nómina aunque no le hayan votado, debería medir sus declaraciones. Manifiéstese con quien quiera, donde quiera y por lo que estime conveniente, pero, por favor, no nos ofenda innecesariamente, que bastante tenemos ya.
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