Hace unos días asistí en La Rábita, junto con algunos compañeros y compañeras de Roquetas de Mar, a un acto de la campaña de las primarias de Susana Díaz. Una vez más acudí a uno de sus actos, pero esta vez no fue un acto más.
Allí afloraron inmediatamente recuerdos de mi niñez, de mi barrio, de aquellos vecinos llegados a Roquetas de Mar desde La Rábita, de Albuñol, de El Pozuelo, de la Rambla de Huarea, que me hablaban de su origen. Recuerdos de la escuela compartida, de tantas vivencias, tan queridas.
Por eso, al llegar un rato antes de que empezara el acto, aproveché para hablar con los compañeros de Albuñol, y hacer un repaso de amigos, de familiares... y comprobar una vez más los fuertes vínculos que nos unen con esta parte de Granada.
Estaba en una agrupación de 128 años, con todo lo que eso supone de lucha, de compañerismo, de valores, de momentos duros, de compromiso, de respeto y trabajo al servicio de todos. Con una secretaria general socialista que ha heredado todos esos valores, como es María José Sánchez.
Conforme hablábamos iba sintiendo que estaba en un lugar del que sentía que formaba parte. Fue una conversación que me trajo a la memoria el niño que fui y que nunca se deja de ser. De hecho, aquellas vivencias fueron quizá uno de los factores que hayan influido en mi compromiso político, con todo lo que ello conlleva.
Aún más afloraron mis sentimientos cuando fueron llegando mis compañeros de la provincia, con el secretario general provincial al frente; los jóvenes de Juventudes Socialistas de Almería, presente y futuro de nuestro partido; los compañeros de las agrupaciones del Poniente, de El Ejido, Adra o Berja. Granada y Almería unidas.
El Poniente almeriense y la costa granadina compartimos realidades socioeconómicas y culturales muy cercanas. Una hermandad y un compañerismo que forma parte de la esencia y los valores del partido en el que creo y en el que milito.
Cuando Susana Díaz se dirigió a todos nosotros yo sentí que aquella tarde en La Rábita no necesitaba volver a racionalizar el porqué de mi apoyo a su candidatura, no buscaba argumentos, ni razones que ya había interiorizado, que son ya conocidos y han sido largamente debatidos con los compañeros y compañeras.
En un espacio tan cargado ya de emotividad para mí, lo que se me quedó y aún conservo de aquel día es la imagen de una mujer joven, con un liderazgo natural, que nos emocionaba, hablando con pasión pese al cansancio acumulado de todas estas semanas. Hablando con humildad, dispuesta a escuchar, a atender y a reflexionar junto a los demás sobre lo que el Partido Socialista tiene que ser para volver a ser el instrumento de los que más lo necesitan, de los que menos tienen. Vi en ella también el compromiso firme de ir todos unidos para ganar las próximas elecciones en Andalucía.
Al terminar, quise hacerme una foto con Susana Díaz, María José y su padre, José Sánchez, para recordar ese momento, aunque en realidad lo que quería era fundirme en un abrazo con ellos, como siempre hemos hecho y lo volveremos a hacer los socialistas. Maldito covid.
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